Volver a la experiencia nefasta de la Ciudad Colonial y el 22 de mayo, es hacerlo demasiado rápido y mal

Rescatar la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo es algo que hay que hacer bien y a su tiempo.

No basta mandarse a correr para cumplir metas. Si se va a hacer que se haga bien. Que el gobierno, comenzando por el Presidente Luis Abinader, comprenda, que este evento magno de la cultura, -como casi siempre ha sido para el país-, es una vitrina de las realizaciones culturales, de los avances y de lo que falta por hacer. Lo dicta la experiencia.

Pasar, como esta mañana por la Oficina de la Feria del Libro, es constatar que allí hay un desierto.

Fuentes que merecen toda credibilidad dijeron a elCaribe, ante nuestra indagación por el silencio sepulcrar sobre el tema, que la feria va desde el 22 de mayo y que para eso se han destinado 60 millones de pesos. Cuando siempre se ha hecho con 80 millones más otros 30 a 50 que se han conseguido con patrocinios privados.

Con 60 millones y un equipo organizativo nuevo, sin el know how necesario para organizar este tipo de eventos, sin amarres internacionales para traerse importantes escritores, como fue tradición, y 4 millones para imprimir libros, uno de los cuales solamente cuesta un millón, organizar la feria es un despropósito, por muchas ganas que se tengan.

UE y Ciudad Colonial

Dedicar la feria a la Unión Europea, es otro despropósito. Una zona del mundo que no solo no va a mandar escritores de primer orden, sino que tampoco puede mandar un chele, porque es territorio que ahora mismo es zona de guerra, ¿qué puede aportar al brillo de una feria del libro en una isla del Caribe?

La Unión Europea se desdibuja ahora mismo en el horizonte librero, debido a la desventura (más que aventura) putinesca en Ucrania.

Las condiciones de realizar la feria en la Ciudad Colonial serían posibles si el sol que nos acompaña (o las lluvias) fuesen clementes. Si hubiesen suficientes parqueos. Si el maremagnum de estudiantes de escuelas que vienen hasta de otras ciudades tuviesen un área segura, como lo es la Plaza de la Cultura. La última feria que se hizo organizada por Eduardo Selman, tuvo muchas cosas en contra, aunque no quedaba de otra, toda vez que los museos y la Plaza de la Cultura estaban en mantenimiento.

El recinto ferial por naturaleza es la Plaza de la Cultura. Y sus vecinos lo saben. Su seguridad, sus condiciones, sumándole ahora que algunos de los museos están vacíos y pueden utilizarse en esto, son algunas de sus ventajas. Los que están funcionando, incluida la Cinemateca, deben ser parte de la gran fiesta cultural.

Honestamente, quien suscribe, -así como algunos de los involucrados en la organización de la propia feria, según las fuentes-, considera que la fecha es demasiado rápida para poder organizar una feria que tiene una tradición de impacto cultural realmente importante. Súmele a eso, el poco dinero (nada más que 20 millones menos que lo último que se destinaba para eso) con que se cuenta.

Hay una idea de organizar un pabellón sobre Pedro Peix en el Parque Colón y colgar allí ropa del escritor y alguna memorabilia. ¿Por qué no hacerlo en uno de los museos de la Plaza de la Cultura?

Convertir la primera calle de la primera capital del Nuevo Mundo en sede de la Feria Internacional del Libro, corre el riesgo de daños irreparables o al menos costosos. Como fue el hundimiento de los adoquines de la Calle Las Damas en la última experiencia librera.

Joan Ferrer, un joven culto y bien preparado, pero que nunca ha sido parte del comité organizador de la misma, es el director de la feria. El puesto le cayó de carambola, después que los ataques que le daban al anterior se convirtiesen en insoportables. Según informes, le han sumado (traído desde Estados Unidos) al prestigioso escritor Rey Andújar -autor entre otros de “Los gestos inútiles”- para el montaje de la misma, que sirve para apuntalar el nivel organizador. Mas no basta para la parte organizativa, que lleva esfuerzos que se realizan durante todo un año.

Recomendación

Rescatar la Feria Internacional del Libro no debe ser un objetivo medalaganario, que siga despintando -aunque con las mejores intenciones- lo que antes se hizo por desidia y mediocridad.

Si estuviese en manos de quien suscribe, repautaría la feria para el último trimestre del año. Duración: una semana. La realizaría en la Plaza de la Cultura. Armaría un comité organizador (público-privado para estar a tono) que busque dinero y apoyos en el sector privado y el sector público.

La dedicaría a la literatura joven y me invitaría algunos de los cinco más promisorios escritores y poetas jóvenes de Iberoamérica.

Prepararía con tiempo una buena producción cultural para entonces y ayudaría a reactivar las energías de esa masa dormida en la abulia. Y le diría: Presidente, esta va a ser la mejor feria en años, lleve el presupuesto hasta los 80 millones que siempre han sido. Ud. será el encargado de inaugurarla, con el poema más bizarro de un autor o autora joven dominicano. ¡Pa’ que goce!

Anti -presupuestos para la incultura

De lo presupuestado para Cultura el año anterior, el poder ejecutivo redujo 400 millones; y para este año -según fuentes- ha reducido 300 (que tal y como van las cosas) podrían ser más. Lo que significaría poco más del 30% de lo presupuestado por ley.

Solo en dos años, estos “anti-presupuestos” suman un total de 700 millones de pesos, que se destinan -indirectamente, claro está y sin querer- al atraso, la desfachatez, el mal gusto, la pérdida de valores, el desmontaje sistemático de la identidad de la nación y en fin a la incultura.

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