Las víctimas suelen guardar silencio por miedo a su agresor y por temor a ser humilladas por la sociedad

Con frecuencia la víctima de acoso sexual se siente culpable, pues en culturas como las de República Dominicana, en muchas ocasiones, se culpa a la mujer cuando se le dice: “¿porqué te pusiste esa ropa?”, “¡tú lo provocaste!, “¿qué hacías en ese lugar?”, “ay querida es que el hombre es hombre”, explica la terapeuta sexual Heidy Camilo, del Centro Vida y Familia, quien a la vez destaca, que es una forma de descargar al agresor de su responsabilidad, sea hombre o mujer.

El acoso sexual es una de las formas de violencia de género donde el silencio y el miedo se convierten en cómplices ante cualquier comportamiento, verbal o físico, de naturaleza sexual que atenta contra la dignidad de una persona, creando un entorno de intimidación, degradante u ofensivo.

Camilo sostiene que por un tema de género (construcción social que asigna roles y expectativas en función del sexo con el que se nace) nacer mujer en sociedades machistas le dan al hombre un permiso social para acosarla, debido a que en esta ideología se asume que las féminas son un objeto de pertenencia masculina.
Aunque este tipo de acoso puede venir también de parte de una mujer, en nuestra cultura machista lamentablemente la víctima principal es ella, comenta la especialista.

“El acoso sexual se manifiesta a través de conductas, expresiones, gestos e insinuaciones, todas con connotación de índole sexual”, puntualiza.

Por ejemplo, el agresor hace comentarios sexuales inapropiados, insinuaciones sexuales, pregunta acerca de las fantasías sexuales, ejecuta acciones o gestos sexuales no deseados, tiene miradas sexualmente sugestivas y recurre a contacto físico, entre otras conductas.

Camilo asegura que el acosador es una amenaza a la integridad psicológica y física en muchas ocasiones, pues si está en una posición de poder puede hacer uso del mismo y chantajear a la víctima con despedirla o reprobarle una asignatura si no accede a sus deseos.

“Algunos acosadores pueden golpear o drogar a la víctima con el fin de violarla o tocarla. De esta acción se desprende transmisiones de infección sexual, embarazos, trastorno de estrés pos trauma, entre otros”, resalta Camilo.

Heidy Camilo, terapeuta sexual.

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