La Masonería es uno de los productos de la Revolución Francesa de 1789 que da término al feudalismo y al absolutismo. Mirabeau, Robespierre, Montesquieu, Dalton, son algunos de los nombres que se destacan y no solo enfrentaron la monarquía, sino todo lo que significaba el poder dominante de esa época y, la Iglesia, estaba en las asambleas junto a los ilustres intelectuales que se hicieron acompañar de uno de los artefactos más horribles: la guillotina.

La “Francmasonerie” es esa organización que agrupó la cabeza de aquella sociedad naciente, cansada de maquillaje, pelucas, caretas, opresión, pretensión y pobreza.

Se reunían en templos, logias, cuyos miembros se comprometieron a trabajar por el progreso social y la construcción de una sociedad mejor.

La jerarquía se mide en grados y el 33 es el máximo, sin que tengan una figura central, un “papa”. Se componía de aprendices, compañeros de oficio y maestros.

Desde 1738 ha sido condenada por la Iglesia católica que la veía como una corriente parecida al protestantismo y contraria a ella.

Diez puntos importantes de la masonería se agrupan en la numerología:

1: la divinidad.
2: las tinieblas.
3: perfección y armonía.
4: número divino.
5: luz, matrimonio y naturaleza. Se le considera un número hermafrodita, por estar compuesta por el 2 (femenino) y el 3 (masculino).
6: salud y justicia.
7: número venerable.
8: amistad y el cubo (2+2+2+2=8).
9: número finito.

10: el Cielo. En él se combinan el 1 (masculino), el 2 (femenino), el 3 (armonía) y el 4 (número divino). Indica las relaciones armónicas.

La divinidad, fruto del libre pensamiento de sus miembros, no se establece a rajatabla. Aunque muchos piensan en “el gran arquitecto del Universo” como una forma de llamar a Dios, que en Spinoza equivale a La Madre Naturaleza y en otros filósofos al ser humano mismo. Por eso el rito de México está dirigido “al triunfo de la verdad y al progreso del género humano” diferente al escocés, a “la gloria del Gran Arquitecto del Universo”.

En definitiva, el masón es un librepensador.

La Masonería condena la pena de muerte y lucha tenazmente por el avance cultural de los pueblos contra todo indicio de oscurantismo que es representado, mayormente, por el imperio de la ignorancia.
En la firma de los masones aparecen siempre tres puntos ordenados triangularmente que simbolizan los tres grandes pilares o principios: “Fraternité, égalité et liberté”, y este último, más que libertad, significa tolerancia.

Ningún masón, de principio, puso en su vida, como objetivo, el lucro y menos la riqueza mal habida.
“Ser culto para ser libre” es una de las máximas de Martí, un masón ejemplar como también lo fue Hostos quien dedicó su vida a servir en el campo de la educación. Y era lógico que él, sin oponerse a la religión, por el principio de tolerancia, pensaba que esta y las creencias de esa naturaleza, eran parte de la intimidad de cada quien y que su enseñanza no tenía que impartirse e las escuelas. De ahí “la enseñanza laica” de nuestra Constitución, única garantía de Democracia y respeto a las múltiples creencias, como lo señala el artículo 66-97.

Muchos personajes importantes de la historia se rigieron por los principios masónicos como Bolívar, Benito Juárez, Washington, Franklin y el propio Duarte. Es fácil comprobar en la firma de todos, los tres puntos que la acompañan, como un distintivo claro de sus creencias.

Riggio afirma que los masones eran automáticamente excomulgados de la Iglesia por lo que Duarte no solo recibió un golpe a traición de Santana, el usurpador de la dirección de la Junta Central Gubernativa. La expulsión a Venezuela se hizo efectiva con el visto bueno del arzobispo Portes, que apoyó a Santana y sentenció al patricio, siguiendo la encíclica papal de 1832 de Gregorio XVl que prohibía toda afiliación a la Masonería. Todos los papas que siguieron: Pío lX, León Xlll, Pío X, Pío Xl, Pío Xll, condenaron aquella agrupación de filántropos. Francisco fue más tolerante que todos los que le precedieron.

Todavía quedan edificios que fueron templos masónicos que al verlos hoy, con el ojo de la cronología y la evolución social, podemos entender la fuerza que tenían.

En la mayoría de los países de América latina, las dictaduras contribuyeron a la debilidad y desaparición de casi todas las logias del continente. En Puerto Plata, por el malecón, se erige grandiosa aquella logia que albergó las ideas más avanzada del momento y donde Luperón defendió, junto a sus compañeros, líneas definitorias del rumbo de este país por aquel entonces. En la Mella con Restauración de Santiago, Ulises Francisco Espaillat presentó sus planes de gobierno a la sociedad y a la ciudadanía. En la Capital, por la Católica y por detrás de la Catedral, las posiciones encontradas rebotaban en los muros y el eco no entraba en el templo católico.

Espaillat pagó caro, por la defensa de sus principios, con la brevedad de su mandato a la cañona.

A mí, particularmente, me influenció mi padre, Josesito Mercader, masón maestro grado 33, de cuya firma abrevié, como él, al firmar la jota con el apellido, sin olvidar los tres puntitos que me definen como librepensador y autoproclamado masón.

¿Acaso no será el abandono de esos tres principios la causa del deterioro moral de las sociedades actuales y que otros atribuyen al celular?

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