Alejandro vivió siempre errante, comenzó como poeta mediano, y acabó consagrándose a estudios jurídicos y lingüísticos, fue devoto de los criterios positivistas y adoptó el sistema gramatical de Bello.
Pedro Henríquez Ureña,
Obra Crítica VI, p .126.

Con estas palabras describe el gran intelectual Pedro Henríquez Ureña a uno de los grandes pensadores dominicanos del siglo XIX y principios del siglo XX, el jurista y filólogo Alejandro Angulo Guridi. Periodista, diplomático, educador, analista político, ensayista, poeta y crítico literario; forma parte de los pensadores políticos, sociales y jurídicos escasamente conocido y estudiado en nuestro país.

Hijo del militar español Andrés Angulo Cabrera y Francisca Guridi, nació en Puerto Rico el 3 de mayo de 1823 a donde su familia había emigrado luego de la ocupación haitiana de 1822. Estudió en el Seminario San Carlos de La Habana. Se graduó de licenciado en derecho en 1846 y en 1848 apoyó la conspiración contra el gobierno colonial español en Cuba. Luego del encarcelamiento de Cirilo Villaverde huyó a Estados Unidos. En 1852 llegó a Santo Domingo donde se dedicó al periodismo, la docencia y al derecho. A finales de 1853 fue designado presidente del Tribunal de Apelaciones de Santo Domingo. Al asumir el poder Buenaventura Báez, fue perseguido y se asiló en el consulado estadounidense, hasta que obtuvo un salvoconducto que le permitió refugiarse primero en Curazao y luego en Islas Turcas, desde donde regresaría a República Dominicana para establecerse en Santiago de los Caballeros. Se unió en 1857 a los revolucionarios del 7 de julio y el gobierno del general José Desiderio Valverde lo nombró redactor de la Gaceta Oficial. En 1863 fue nombrado Asesor del Consejo de Guerra del gobierno de la anexión y en agosto del mismo año asumió el cargo de Teniente Alcalde de Santiago. Fue capturado y permaneció varios meses en la cárcel de la Fortaleza San Luis, hasta que logró salir y marchar a Washington. De ahí pasó en 1864 a Nueva York, donde se instala en la Union Square desde donde se embarcó a las Islas Turcas. De allí regresó a Santo Domingo, y luego pasó por Cabo Haitiano y Saint Thomas, hasta establecerse en Caracas. De Caracas se trasladó a Ciudad Bolívar, donde se desempeñó como Secretario Particular del general José Loreto Arismendi y luego fue nombrado como Juez de Primera Instancia de la Guayana Venezolana.

De regreso en República Dominicana siguió dedicándose al periodismo político y a la literatura. En la presidencia provisional de Jacinto de Castro se convirtió en 1878 primero en Ministro de Justicia e Instrucción Pública y luego de Relaciones Exteriores tras el asesinato de Manuel Altagracia Cáceres. Formó parte del Consejo de Secretarios de Estado encargado del Poder Ejecutivo, conjuntamente con Cesáreo Guillermo y Pedro María Aristy.
Durante el gobierno de Cesáreo Guillermo en 1879 fue Ministro de Justicia e Instrucción Pública.

En 1880 se embarcó para Nueva York dando inicio a una época de peregrinar por diferentes países, hasta su fallecimiento el 17 de enero de 1906 en Masaya, Nicaragua. Fue un gran conocedor de la realidad americana. Vivió en Puerto Rico, Cuba, Venezuela, Costa Rica, Panamá, Honduras, El Salvador, Guatemala, México, Colombia, Estados Unidos, Curazao, Chile y Nicaragua, países en los que participó de su vida cultural y política.

Fue un destacado periodista que colaboró con diversos periódicos a nivel nacional e internacional. En 1846 fundó el periódico El Prisma, con Víctor Kruger de Hidalgo y Ricardo Delmonte. En Nueva York escribió en La Verdad. En 1851 colaboró en El Eco del Ozama, de Santo Domingo. En 1853 comenzó a desempeñarse como redactor de El Progreso. En 1854 dirigió el periódico El Orden. En 1856 fundó el periódico La República, un semanario político, literario y económico. Fue director de la Gaceta Oficial y fundó el periódico La Reforma. En Venezuela colaboró en El Federalista, El Porvenir, El Constitucional y fue corresponsal del Herald y del Daily News de Nueva York. En 1872 colaboró con La Opinión Nacional y El Diario de Avisos de Caracas. En 1875 dirigió el Demócrata. En 1880 es colaborador del periódico La Independencia en New York. En 1883 empezó a dirigir en El Salvador el periódico La Nueva Era. En 1886, en Nicaragua colabora con El País. En 1894 colabora en Chile con los periódicos El Tacora, La Voz del Sur y el Heraldo y en 1902 trabajó en el periódico La Estrella de Panamá.

Se desempeñó como abogado y educador. En Santo Domingo fue profesor de Derecho y Literatura, del Colegio de San Buenaventura. En 1866 en Ciudad Bolívar ejerció la docencia. En Chile en marzo de 1894 fue nombrado rector del Liceo de Tacna, cargo que ocupará hasta 1897. En 1898 en Costa Rica sustituyó a Elías Salazar en la dirección del Instituto de Alajuela. En 1903 ejerció como profesor y director del Liceo de Varones (o Instituto Nacional) de Masaya, Nicaragua.

Su legado intelectual, la profundidad y universalidad de su conocimiento lo catapulta a ser considerado uno de los grandes pensadores dominicanos. Esto se refleja en la amplia y diversa producción de sus obras. En 1843 publicó la novela corta Los amores de los indios, una de las obras con que se inicia en América la literatura indigenista. De esta misma época datan la mayor parte de sus producciones juveniles, Cecilia y La joven Carmela, (1841) y La Venganza de un hijo, (1842) escrita en colaboración con Francisco J. Blanché. En 1854 publicó el relato costumbrista El Garito, considerado por muchos como el primer cuento dominicano. En 1857 publicó en Santiago Observaciones sobre la reorganización política. Al año siguiente escribe un Proyecto de Constitución que publicó en la Gaceta Oficial. En 1864 escribe en New York su ensayo Santo Domingo y España. En Venezuela publicó su ensayo Examen crítico de la anexión de Santo Domingo a España. En 1891 publicó en Chile su obra en dos tomos Temas políticos. En 1902 publicó en Managua su libro Observaciones críticas sobre un libro de Mr. D. I. Burton, en defensa del presidente José Santos Celaya.

Estos trabajos, así como diversos artículos de los periódicos en los que colaboró, cartas y otras obras fueron recogidos por Andrés Blanco Díaz, de quien tomo la mayor parte de los datos para esta reseña y publicados por el Archivo General de la Nación en 2006, bajo el título común de Obras escogidas, en tres tomos.

Alejandro Angulo Guridi es un desconocido por conocer. Con esta breve reseña inicio una serie de artículos analizando algunos temas de su amplia producción intelectual.

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