Introducción

La historia de los Reyes Magos es siempre hermosa e imperecedera. También alrededor de ella se escriben, en literatura, cuentos. He aquí uno de mi autoría. Me pareció interesante volverlo a publicar ahora, porque como la historia original de los Magos, este tema también es imperecedero.
Los magos que llegaron después.

(Mateo 2, 1-12)

Llegaron por entonces a América Latina unos científicos del Medio Oriente, de Europa Oriental y de los pueblos del Sol Naciente, que se dedicaban al estudio de las Galaxias y del paso de Dios por los acontecimientos de la historia, los signos de los tiempos, y preguntaron:

-¿Dónde está el Cristo, el Rey del mundo que ha nacido?

Pues hemos visto brillar sus estrella en Medellín, Puebla y Santo Domingo, y andamos buscándolo para adorarlo.

El capitalismo, el marxismo y los militares de la seguridad nacional se inquietaron mucho al oír esto y con ellos los habitantes de los cinco continentes, porque hacía muchos siglos de ese acontecimiento: el Cristo era de Nazareth, nacido en Belén, muerto y resucitado en Jerusalén; predicó una Buena Noticia de Liberación y Comunión; inició el Reino de Dios y dio participación a los hombres en su construcción: una civilización de la verdad y el amor; de la libertad y la dignidad, la justicia y la paz. Y se llamaba Jesús.

Un Consejo Mundial de las Naciones mandó llamar a todos los obispos y sacerdotes, teólogos y peritos seglares de la Iglesia y les preguntó dónde, por fin, debía nacer el Mesías.
Ellos le dijeron:

-En los más pequeños del mundo, porque así lo escribió el
Evangelista:

…Tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era forastero y me recogieron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, estuve en la cárcel y fueron a verme”.

Le replicaron los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber? ¿cuándo llegaste como forastero y te recogimos o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”.

Y el Señor les contestará: “se lo aseguro, cada vez que lo hicieron con uno de estos hermanos míos tan pequeños, lo hicieron conmigo”.

Entonces, los Gobiernos llamaron a los sabios y se informaron por ellos con más detalles acerca de la estrella que vieron brillar y los signos de los tiempos y los enviaron a los más pequeños del mundo y les dijeron:

-Vayan allá y averigüen todo lo que puedan sobre la opción preferencial por los pobres y la presencia de Cristo en ellos y, cuando lo hayan hecho, avísennos para ir también nosotros a servirlos.

Con estas indicaciones, se fueron.

Y la estrella, que habían visto salir, iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre los pueblos del Tercer Mundo, los carentes de plena participación espiritual, social y política.

Cuando los Magos volvieron a ver la estrella y los dignos de Dios presentes en el tiempo, confirmados en las Encíclicas de los Papas y en los Documentos de los Obispos, se alegraron.

Luego entraron en la casa y vieron a los más pequeños del mundo, con María, su Madre y, arrodillándose, los sirvieron.

Abrieron sus cofres y les ofrecieron:
Oro, como a Reyes, porque son los
predilectos de Dios.
Incienso, como a Dios, porque
también ellos viven en Dios.
Mirra, para la sepultura, porque el
pobre vive crucificado.

Advertidos en sueños y por el Evangelio de que no debían volver a donde estaban los poderes de este mundo, regresaron a su tierra por el camino del anuncio, la denuncia y el acompañamiento proféticos, la vida en el Espíritu y los compromisos concretos con los más pequeños de este mundo.

Conclusión
CERTIFICO que el cuento “Los magos que llegaron después” es de mi autoría.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los cinco (5) días del mes de enero del año del Señor dos mil veinticuatro (2024).

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