Introducción

Mis amigos escritores me han dicho: “Escribe tus memorias. Ya has escrito una parte de ellas. Pero sigue escribiendo”. Me ha parecido interesante esa propuesta. Colocado en esa línea y recordando ahora un nuevo aniversario de la muerte física del Cardenal Octavio Antonio Beras Rojas -30 de noviembre 2021- he querido recoger algunos episodios que tienen que ver con su persona.

Pienso ofrecer ahora dos entregas en “CERTIFICO Y DOY FE”: una entrega que recoja cuatro ensayos breves o artículos que he escrito sobre él en mi columna “UN MOMENTO”.

La segunda entrega recogerá 10 o 12 episodios de su vida relacionados conmigo, algunos de los cuales, dicho sea de paso, están cargados de buen humor, cosa que era una característica muy propia de él, según mi memoria.

He aquí la primera entrega de cuatro ensayos o artículos breves.

1- Como se vive, se muere
“Junto a la cama del Cardenal Beras, en el momento que expiraba, estaban personas muy queridas para él y que a su vez lo amaban profundamente, símbolo ellas de miles de personas que tenían con el anciano purpurado la misma relación, aunque en diversos grados de intensidad. Simbolizaba esa escena de la tarde del viernes 30 de noviembre, en una sencilla habitación de una casa de Santo Domingo, la fidelidad de un grupo de amigos: el Cardenal era fiel en la amistad.

Poco antes de entregar su alma a su Hacedor, pidió música gregoriana. Se le puso un himno muy popular a la Virgen María, la Salve. La habitación se llenó de sabor religioso: el Cardenal era un hombre de Dios en toda su profundidad.

Justo cuando terminó el canto gregoriano, la Salve a la Virgen María, el Cardenal exhaló el último suspiro: toda su vida estuvo marcada por su devoción a La Virgen de Altagracia; iba con frecuencia a la Basílica de Higüey, muchas veces sin que nadie se diera cuenta, sólo para visitarla y presentarle los grandes problemas (y los pequeños también) de la Iglesia y del país. La llamaba su “teléfono para comunicarse con Dios”.

Cuando cesó la música, en la habitación reinó silencio y paz: el Cardenal era un hombre de paz. Más aún, muerto ya, su rostro sin vida reflejaba la paz de toda una vida y seguía comunicando paz”.
Un momento, 1990

2- Se apagó una sonrisa
“Cuando la República Dominicana era toda ella una sola Arquidiócesis, el Cardenal Beras la recorrió hasta sus últimos rincones, de Norte a Sur y de Este a Oeste, a lomo de caballos o mulos en las llamadas “visitas pastorales”, que deben hacer los Obispos a cada lugar de su Diócesis.

A su muerte deja una Iglesia que ha crecido: ocho diócesis han salido de la Arquidiócesis Madre y ahora son nueve con ella; doce Obispos presiden actualmente la Iglesia dominicana y todos han sido discípulos suyo de alguna manera.

En el siglo pasado y en la mitad del siglo presente, el país no tuvo muchos sacerdotes. Ese hecho influye negativamente, sin lugar a dudas, en la evolución cultural de la Nación y de la Iglesia misma.
El Cardenal Beras es quien pone en marcha, para estos últimos cuarenta años, el actual crecimiento del número de sacerdotes y del florecimiento de las vocaciones sacerdotales, tanto para el clero diocesano como para las diferentes congregaciones religiosas.

La historia recogerá, ciertamente, en sus detalles otros muchos datos más de la larga vida pastoral del Cardenal Beras. Pero lo que no podrá plasmar en palabras ni en cifras, es la acogedora sonrisa que siempre acompañó a este Pastor, bondadoso por definición”.
Un momento, 1990

3- La muerte del grano de trigo

“Para los conocedores de historia moderna y para la conciencia de la Iglesia dominicana actual, la vida de nuestro primer Cardenal fue fecunda.

En los próximos años vamos a recordar y a poner sobre el tapete muchos de los hechos de su larga existencia: los vamos a valorar y a descubrir sus aportes y lecciones.

Si la vida del Cardenal Beras se muestra fecunda, en lo que sabemos de su muerte nos revelará más, todo aquello que el Obispo, en su humildad y sencillez franciscana, no permitía se diera a conocer.

La muerte parece cerrar la historia de los hombres y de los pueblos, pero en realidad, más bien, abre sus páginas y las ofrece a los lectores de hoy, de mañana y de los siglos a venir.
La muerte de un hombre es como la muerte de un grano de trigo: si muere da fruto abundante; si no muere queda infecundo. El Cardenal Beras, en vida o en muerte, es y será fecundo”.
Un momento, 1990

4- Cardenal beras
“El día 30 de noviembre nos marca en la historia dominicana y de la Iglesia, porque recordamos el fallecimiento, la partida a la eternidad del Cardenal Beras.

El Cardenal Beras siempre aparecerá como el padre de la Iglesia dominicana. Él fue quien se ocupó de preparar los primeros obispos dominicanos para que tomaran las riendas de esta Iglesia. Con él0 todavía existía una sola arquidiócesis, y con él se empezaron a desprender las nuevas diócesis hasta llegar a todas las que actualmente tenemos.

Por todo esto hemos de recordar su memoria y hemos de agradecer su preocupación por preparar a otros sacerdotes que pudieran sucederlo como Obispos hasta el día de hoy.

Gracias, Cardenal Beras. No sólo queda la memoria de tu nombre, sino también la de toda tu vida. Y aunque partiste en tu cuerpo, tus obras siguen vivas, igual que tu alma”.

Un momento, 1990

Conclusión

CERTIFICO que los cuatro ensayos o artículos han sido reproducidos fielmente y que sus contenidos son fidedignos.
DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los veinticinco (25) días del mes de noviembre del año del Señor 2021.

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