Introducción

El cuerpo de Mirtha Carpio, mi tía, ha muerto. Pero su alma y sus obras siguen vivas. En todos los casos las almas siguen viviendo, pero en muchos casos, por sus obras, mueren en la memoria y en la historia.

Aquí vamos a recoger tres trabajos que la recuerdan, entre otras cosas, como la que vive.

El primer trabajo recoge los pensamientos de Antonieta de La Rosa, que es también su sobrina.

El segundo trae un poema de Juan Antonio Bello Carlos, leído por Héctor de La Rosa, su sobrino también. En este poema se abre la puerta al morir en la memoria y en la historia, “Si es que muero” lo interpretamos como el morir por las obras.

El tercer trabajo son las palabras de la misma tía Mirtha que dejó escritas en 1994 para el recordatorio de su noveno día. Así se hizo. En la Misa en la Basílica de Higüey, sus hijos entregaron a todo el mundo este texto este recordatorio.

1- ¡Hola, tía Mirtha querida!
“Hoy estamos aquí, todos los que te amamos y muchos, que aunque no te conocieron, de oír hablar de ti, te han amado, también nos acompañan.

Me voy a permitir repetir una petición de San Pablo, en su 2da carta a los Corintios; él les pidió que le hicieran un lugar en sus corazones.

Me pareció tan oportuna para este hermoso momento en el que nos hemos encontrado para hacerte el mejor y mayor de los homenajes, la celebración Eucarística, que parece un adiós definitivo porque terminan aquí los 9 días que los católicos celebramos para, como decía Monseñor de la Rosa, en el funeral: expresar nuestra solidaridad, consolarnos, llorar juntos, compartir sentimientos, emociones, el duelo vivido juntos es fructífero y sanador.

Y hoy 26 de marzo 2022, nosotros los tuyos, venimos a decirte con todo nuestro amor que te hacemos, madre amada, abuela tierna y cercana, tía cómplice y divertida, suegra madre, maestra que abrió tantas mentes al mundo del conocimiento, vecina, comadre, madrina, servidora, compañera, amiga fiel y discreta, un lugar muy especial en nuestros corazones, guardaremos en ellos:

– El testimonio que nos diste como esposa, mimando y cuidando a tu siempre amado Rolando. Juntos ahora para siempre.

– Las experiencias que te vimos vivir y muchas de ellas compartir con nosotros, como madre, criaste a tus hijos, crecieron bajo el cuidado tuyo y de Rolando, vigilantes, siendo guías, sostén, apoyo, y celosos en la disciplina y los valores para hacer de ellos lo que hoy son Teolinda, Rolyn, Belkis y Jorge, hombres y mujeres de fe, de amor y servicio a sus familias y comunidades. Dios los bendice, Con una madre en el cielo.

– La hermana querida que fuiste con Mami Nena y Mariola, siempre juntas, compartiéndolo todo, en las buenas y las malas cuantas historias las unieron y ahora más que las tres gozan de la vida eterna y el amor de Dios.

– La gran y moderna abuela que fuiste. Tus nietos y biznietos, te extrañarán, pero no con pena ni tristeza, sino con alegría de haberte tenido y tener la oportunidad de recibir de ti el mejor de los legados: el amor de una abuela, joven de espíritu, que gozaba la presencia de ellos, que se hacía una entre ellos, que les mostró que nunca es tarde para aprender y practicar, eres reconocida entre todos como la abuela tecnológica, aprendiste de ellos y compartías tus avances para hacerlos sentir orgullosos y lo máximo de esa admiración fue que al cumplir tus 80 años te regalaron una Laptop modernísima, cuanto la disfrutaste!!.

– A la maestra de los pies a la cabeza, aunque dejaste las aulas, seguiste enseñando y descubriendo niños a quien alfabetizar. Fuiste y siempre serás testimonio de la buena enseñanza.

– Suegra querida, capaz de hacer de tu relación con tus yernos, buena, cercana y muy fraterna Dios te bendiga en la eternidad por hacer la diferencia.

– Cuñada-hermana, presente, disponible, querida y compañera fiel en todas las circunstancias.

Tía Mirtha, todos tus sobrinos te hemos amado con locura, y tu lo sabías y lo vivías, disfrutabas las bromas, los paseos, las sorpresas, que compartíamos contigo.

Gracias por todos los juegos de mesa que aprendimos de ti, por tu alegría al vernos llegar solos o acompañados, por tus sabrosas comidas a cualquier hora o momento, por tus dulces especiales de maní, de coco los jalaos, los cortados de leche, por tus empanadillas hechas por ti para nosotros.

Nuestros corazones estarán repletos de recuerdos gratos, alegres, felices, amorosos.

Cuánto aprendimos de ti, cuánto te disfrutamos, cuánto te admiramos.

Te extrañaremos, no con dolor, sino dando gracias a Dios por ti porque fuiste importante, parte de nuestras vidas en todos estos años que estuviste a nuestro lado.

No eras perfecta, pero fuiste una gran mujer a los ojos de Dios”.
Antonieta de La Rosa y Carpio.

2- Cuando yo muera… Si es que muero
“Cuando yo muera, si es que muero quiero que me perfumen por entero, para confundir a mis parientes más cercanos: los gusanos. Que no me pongan el traje gris de la tristeza, ni la corbata negra de los tribunales.

Que me vistan con palabras risueñas, que me pongan un traje de río o de montaña de llanura silvestre, de nubes impalpables de cielo insospechado que me vistan completo de arcoíris.

Y, como dijo Serrat en su poema: “que me consigan un ataúd con vista al mar”, donde yo pueda, sin remos ni velamen, madrugar y navegar contigo.

Cuando yo muera, si es que muero que mi sonrisa sea para tí como el rocío que solo en la mañana se despierta que las palabras que gasté en la tierra sean abono para tu alegría.

Que si la lluvia existe sólo sea para bañar tu cuerpo de todos los presagios de la vida. Cuando yo muera, si es que muero que todos me recuerden por mi humor sin fronteras, y si mueren, que sólo se mueran de alegría que se vistan de azul y entierren sus nostalgias y los momentos grises de sus vidas.

Cuando yo muera, si es que muero, que cancelen las flores, los versos melancólicos, las canciones sombrías, los pañuelos, las lágrimas del día, las sombrillas, “por si la luna viene a preguntar por mí”.

Cuando yo muera, si es que muero, que la existencia se muestre diferente y que a los pobres se les extienda una semana más del pan de cada día.

Que no secuestren nada: ni tu casa, ni tus hijos, ni tus sueños que no privaticen tu mirada, ni tu voz, ni tu sonrisa, que solo el amor sea suficiente para llenar tu vida”.
Juan Antonio Bello Carlos, 2003.

3- Para mi recordatorio
“Si mi partida les dejó un vacío, les pido lo llenen con gratos recuerdos.
Las amistades que compartí, una sonrisa, un beso.
Por favor no se agobien con tristezas.
Quiero para ustedes días llenos de luz.
No malgasten su tiempo sufriendo por mí.
Levanten sus corazones y que la paz reine en ustedes”.
Mirtha Carpio de Montilla, 1994.

CERTIFICO que los textos aquí traídos son citas textuales.

DOY FE en Santiago de los Caballeros, a los dos (2) días del mes de abril del año del Señor 2022.

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