Introducción
Repetimos al presentar esta segunda entrega: la soberbia es un pecado capital y un vicio que hace mucho daño a quien la tiene y a los demás. Los vanidosos, soberbios y fanfarrones llevan consigo falsedades y mentiras y están fuera de la realidad. La Biblia nos enseña muchas cosas sobre la soberbia. Aquí recogemos la sabiduría popular de los refranes, proverbios y sentencias.

16- Hijo no tenemos y nombre le ponemos
El refranero se burla de las personas que hacen proyectos reales sobre fundamentos ficticios. Con este refrán se da a entender también que los fines no se logran sin poner los medios adecuados, y que imaginar los sucesos futuros basándonos en la fantasía es una necedad.

17- El oso él. Hombre: que asombren
Sugiere que el hombre debe comportarse y actuar de modo que cause espanto o estupefacción. El refrán hace referencia a dos aspectos funda-mentales: el físico y el intelectual. La sabiduría popular da este consejo con la intención de que otras personas pongan sus ojos en el hombre. condición necesaria para prosperar. Por tanto, recomienda causar impresión de cualquier modo. Otro refrán recuerda que la modestia y la humildad nunca lograron medrar: Fray Modesto nunca llegó a prior.

18- La cana, engaña; el diente, miente; la arruga, no deja duda
Respecto a la edad de las personas, el refranero sugiere calcularla de acuerdo con las arrugas, porque las canas pueden teñirse y los dientes ocultarse. En la actualidad, este método tampoco es fiable.

19- El que en sí confía yerra cada día
Recomienda no actuar con soberbia y presunción. Porque la confianza excesiva en uno mismo puede conducir a errores y porque todos necesitamos ayuda y consejo en determinadas situaciones. Dice el refrán que los hombres que actúan con arrogancia, sin prestar atención a las sugerencias y los apoyos de otras personas cometerán fallos graves; y todo lo deberán a su prepotencia.

20- No sé qué me haga: si ponerme a servir o buscar criada
Se refiere a una indecisión absurda, o a otras situaciones en las que cualquier resolución puede resultar peligrosa o dañina. También se utiliza irónicamente ante quien alardea y se vanagloria de tener muchas posesiones cuando, en realidad, nada tiene. En este mismo sentido, los primeros periodistas del siglo XIX suelen contar que la moda de visitar París en aquellos años estaba muy extendida, y que muchos hombres se jactaban de conocer muy bien la capital de Francia. Le preguntaron a uno cuántas veces había visitado aquella ciudad y contestó: “Una o ninguna”.

21- Quien sube más arriba de lo que podía, cae más bajo de lo que.
Recomienda prudencia y tiento en las conductas que supongan grandes beneficios. También debe entenderse que es muy peligroso prosperar con rapidez y llegar a situaciones que no se puedan controlar. El refrán aconseja no dejarse llevar por el brillo del lujo en las altas esferas, porque es común que los grandes no quieran advenedizos ni entrometidos.

22- Quien de ajeno se viste, en la calle lo desnudan
Aconseja no atribuirse méritos ajenos, ni presumir de lo que no se posee, ni alardear de cualidades que no se tienen. El refranero explica qué fácil es desenmascarar a las personas que mienten y se apropian de lo que no les pertenece con el fin de aprovecharse de los trabajos ajenos. En el siglo XVII, el teatro era muy popular. Los dramaturgos escribían innumerables obras de teatro porque en los corrales se representaban piezas nuevas continuamente y existía gran demanda de comedias. Un avispado pensó que escribiendo de puño y letra las obras de teatro podría venderlas y de este modo lograría ganarse la vida. Para ello se ejercitó con voluntad y se dice que era capaz de aprenderse de memoria representaciones enteras, asistiendo sólo dos o tres veces a la función. Este hombre, a quien se conocía con el apodo de El Memorilla, suscitó una gran polémica en su tiempo, por robar y aprovecharse del ingenio de otros. No está descartado que anduviera en pleitos o que recibiera alguna paliza. Otra variante es: Al que de ajeno se viste en la calle lo desnudan.

23- Tanto vale el hombre cuanto más vale su nombre
Lamenta el refranero la importancia de la fama, la reputación o la nobleza en la sociedad. El saber popular tiende a valorar al individuo en virtud de sus actos y no en virtud de su linaje. El refrán enseña que, en ocasiones, la prosperidad nace con los apellidos o con el escudo de la casa, y que es muy complicado medrar en este mundo sólo con la honestidad, el saber o el trabajo.

24- No hay cosa tan bien repartida como el talento: cada cual con el suyo está contento
Porque la vanidad humana no admite la incapacidad propia, o la ignorancia o la torpeza. Todos los hombres están dispuestos a asegurar su inteligencia. Y, en general, ningún hombre acepta de buen gusto ser un vicioso, un necio o un holgazán. Así dice el siguiente refrán: No hay tonto, por tonto que sea, que tonto se crea. Sin embargo, resulta curioso cómo nadie es capaz de acusar a su propia debilidad la falta de prosperidad: la vanidad del hombre asegura que la desgracia es la consecuencia de la mala suerte, no de su torpeza: Ninguno de su suerte está contento, y todos lo están de su talento.

25- Aunque la mona se vista de seda, mona se queda
Señala que es inútil encubrir los defectos o los vicios porque, al cabo, por una razón u otra, se desvelará la verdad, y el ridículo será mayor. Se aplica también a las personas que se elevan en la posición social pero son incapaces de adecuarse a las circunstancias y sus gestos y actitudes delatan un origen villano o humilde. La referencia al mono es muy propia, porque el mono imita al hombre en muchas ocasiones, pero no deja de ser mono.

26- Dijo la sartén al cazo: quita allá, que me tiznas
Refleja la soberbia y la necedad de quien, teniendo muchos defectos, no quiere tratos ni relación con otra persona y la acusa de cometer errores o de tener vicios. Con este refrán se reprende a aquellos individuos viles que nos critican por tener algunos fallos, y se da a entender que los soberbios y los vanidosos suelen ver los defectos ajenos, pero son incapaces de ver los propios.

27- Consejos vendo; y para mí no tengo
Recrimina la actitud de las personas que ofrecen recomendaciones gratuitas sin llevarlas a la práctica ellas mismas. Por extensión, el refrán enseña qué fácil es dar consejos y qué difícil dar ejemplo. Se reprende, en general, a los que tienden a entrometerse en las vidas ajenas diciendo lo que se debe o no se debe hacer; en especial, cuando ellos mismos debían corregir su propia vida o sus propias actitudes.

28- Perro ladrador, poco mordedor
Con este conocidísimo refrán se expresa la burla ante quienes hablan mucho y hacen poco. Se da a entender que los hombres que prometen, juran y perjuran, desafían y vengan en la taberna y en el café, suelen acobardarse y amedrentarse ante verdaderas situaciones de peligro. En general, el refranero asegura que los bravucones sólo muestran su valor cuando hablan, no cuando actúan. En el mismo sentido debe entenderse la variante: Gato maullador, poco cazador.

Conclusión
CERTIFICO que estos textos fueron extraídos del libro Refranes, proverbios y sentencias, de José Calles Vales.

DOY FE en Santiago de los Caballeros a los siete (7) días del mes de marzo del año del Señor dos mil veinticuatro (2024). l

Posted in Certifico y Doy Fe

Más de cultura

Más leídas de cultura

Las Más leídas