Acabando de darle arroz a una pareja de palomas que habían anidado en el jardín de mi apartamento de la José Contreras, sonó la puerta. Sin avisar, como hacen los amigos, entró Mariano Hernández con un séquito y una algarabía como si fuera día de carnaval. Y sí lo era cuando alcancé a ver a Juanpa, que no necesita disfraz para que el carnaval se te meta por ojo y nariz de manera instantánea. Sonaron los pitos y el griterío de la mini fiesta carnavalesca instalada de improviso en mi super modesta sala-comedor-taller; pero también se oyó el palo de escoba de Doña Yolanda, mi vecina de abajo que punchaba su plafón para que el silencio y la paz volvieran a reinar… que esto no es el malecón.

El proyecto de Mariano, que no tiene nada que ver con los cuerpos de Yves Klein de un azul viagra, ni de los indios en son de guerra de las vaqueradas sosas de nuestros matinées de adolescencias, me pareció original, con cuatro copias. ¿Qué quería Mariano? Utilizar al pobre Juanpa de canvas para que sus amigos pintores y artistas lo embarraran a su gusto. Yo feliz, así me podía vengar de su generosidad, su risa africana, su humor, y su desafío a las autoridades culturales que no han querido saber nunca nada de todo lo que significa nuestra herencia de los esclavos africanos, a pesar de que le han tenido que dar un “fracatán” de premios por su creatividad como personaje solitario en medio de nuestros previsibles diablos cojuelos, lechones santiaguenses y robalagallinas esfumadas en un mar de reguindales que le hicieron perder la esencia de aquel original que emplumó el general Placide Lebrun cuando era gobernador de Moca en tiempo de la ocupación haitiana o el que se inventó Francisquito La Perra en Tamboril que hacía morir de risa a los feligreses que celebraban las patronales de San Rafael que impusieron los trujillistas cuando le quitaron el Santa Ana. Si hay una influencia fuerte en esta obra de Mariano habría que buscarla en los pintaos de Barahona porque él ha realizado varias obras maestras con su lente mágico de esa expresión del sur profundo. También habría que incluir los rostros-bandera de los que él ha destacado en su producción fotográfica. Califé y los tiznaos son otros dos elementos que Mariano lleva en su recámara y que le ha permitido disparar con certeza para realizar este proyecto con su amigo de Cotuí. El que no lee no puede escribir, n’est ce pas?

Esta obra, “Juanpa”, es una pieza más y clave en su profundización e interés por nuestro carnaval. Aquí Mariano logra unir dos grandes aspectos culturales de la vida dominicana: las artes visuales y el carnaval. Muchos artistas han expresado su interés en destacar el carnaval en sus obras. Desde Federico Izquierdo, pasando por Vela Zanetti, Yoryi, Cuquito Peña, Ada Balcácer, Eusebio Vidal, Jacinto Domínguez, Miguel Gómez. Los fotógrafos también han dejado su marca en el renglón carnaval empezando por el propio Mariano que lo convirtió en su tema favorito. Domingo Batista, Wifredo García, Polibio, Fonso Khouri, Apeco, Juan de los Santos, Martín López, Vitico Cabrera, Tony Fondeur, Valdivia, Héctor Cappelletti, Miguel Peralta, Enrique Betances con la ayuda de Aparato, su mujer, y muchos otros.
Y mi venganza no fue poca porque, además de darle rienda suelta a mi imaginación, elaboré un tiro al blanco sobre el negro de Juanpa para todo aquel que quisiera tirarle a la cabeza y a traición por la espalda, lo hiciera con la mayor facilidad del mundo. Por delante marqué con suma claridad la línea por donde hay que cortar en caso de un trasplante de rostro lo que no ocurrirá nunca por estar protegido por varios espíritus del altar Yoruba.

Pero parece que Mariano no ha tenido los suficientes padrinos para publicar su libro exquisito que muestra a Juanpa, uno de los más grandes símbolo de nuestro carnaval, y de papagayo lo digo, después de Dagoberto, para que nadie me corrija. Este proyecto data, por lo menos, de cinco años atrás, para vergüenza de todas esas pendejadas que dicen representar nuestra cultura y que tendrían que tener a ese trío, al que sumo a Dago y a Juanpa, en un altar con todo pago, incluyendo sus champolas de guanábana. Y uno se pregunta, ¿qué hace Juanpa, perdiendo el tiempo, dando clases de francés o validando uno que otro dossier en su rol de abogado? ¿Qué hace dizque sacándole cédula a un fuñío dominican-york que ha vuelto arrepentido de haberse ido a congelarse “pa’ los paíse” y que ahora Juanpa tiene que sacarle la cédula e irse a buscar actas de nacimiento por allá por sitios “botao” por donde el Diablo dio las 15 voces y nadie lo oyó? Es un desperdicio de tiempo después de que se sabe que Juanpa debería estar dedicado el año entero, a asuntos carnavalescos, orientar comparsas, confeccionar nuevos trajes que nunca jamás Oscar de la Renta se le hubiera ocurrido hacer; dirigir compañías de lechones con variedades que rompa la monotonía sin perder la tradición; papeluses o diablos cojuelos. Tanto él como Dago han sido echado a un lado porque los logros que han premiado sus trayectorias han sido por esfuerzos sobrehumano de ambos. La desconsideración a Dagoberto es más que conocida cuando fue destituido de su Museo Folclórico y su anulación cuando el Cambio que tuvo que echar pa’atrás, sin hablar de la eterna batalla de la Santa Madre Iglesia que no quiere saber nada de esa “vaina salvaje y pagana”. Quizás Martha, su hijita, le explique que en este país a ningún gobierno le importa un carajo la cultura y menos el folklor.

Es una lástima que Elon Musk no haya inventado todavía su vaina de copiar gente cibernéticamente para tener tantos Juanpas como artista que incursionaron en su bello rostro. Pero no hay que quejarse que para eso existe, desde tiempo remotos y para suerte de Mariano que ha vivido del cuento del click, la máquina petrificadora de momentos, la única capaz de detener el tiempo y hacer que uno repita una y otra vez nostálgicamente y en escenarios diferentes “como pasa el tiempo”. Es así como Mariano ha podido multiplicar su obra “Juanpa” en tantos peces como quiso, gracias a su cámara y sus amigos.

Mariano no se rinde, por cabeza dura, o por parecerse a Larry de Los Tres Chiflados aunque Kojak diga que no, y si tiene que remover cielo y tierra lo hará hasta que el proyecto le salga.
Mi obra, con Juanpa de fondo, lleva de título “Juanpísimo” con la que no ganaré ni un Oscar, aunque asegure un Oscar de la Hoya. Cualquiera que sea la institución que publique esta obra da un palo. Es cierto que muchos de los nuevos ricos solo se interesan por los cuartos y de Arte son más que analfabetos, pero el Banco de Reservas ha demostrado con bastante ediciones, que pueden ser muchísimas más. Si le dieron un “bojote e cuaito” a Yanalán para promover su supuesta defensa por la humanidad de los presos en un momento en que está “trancao” en Najayo y siendo acusado por haberse puesto de bellaco… De manera que el Banco puede romper con esa regla y apoyar al artista o quizás porque ya Nobel Alfonso pasó por ahí con su filosofía clara a favor de ambos: el artista puede ser pobre pero con la potencia de su talento es más rico que el que tiene dinero porque este solo tiene dinero, pero no talento. ¡Chin! Al Reservas le conviene más apoyar artista con la cantidad de dinero que tiene en exceso y que no sabe qué hacer lo ella salvo dársela a guardar a hermanas de gobernantes, cuñaos, sobrinas, sobrinas y primas buscadas por Lee Van Cleef con su respectivos afiches de SE BUSCA, a mano.

De manera que este proyecto es eso: una conjunción de talento artístico, el de Mariano, y de dinero, que el Banco de Reservas tiene por bojote, poi pila y a patá.

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