Pocas veces en la historia de las letras se ha visto a los maestros convertirse en exégetas de los discípulos, como se ha observado en el país con el fenómeno José Mármol, el más joven de los poetas en ganar el Premio Nacional de Literatura. Mateo Morrison, también ganador del máximo lauro literario del país, recoge en el Viaje de Arúspice un concierto de apreciaciones sobre la obra del escritor y ejecutivo bancario, quien ha sido reconocido además por galardones de innegable prestigio internacional.

Con el subtítulo de Relectura de la obra de José Mármol, Morrison pone a disposición del lector las opiniones de Soledad Álvarez, Manuel García Cartagena, Bruno Rosario Candelier, Eduardo Moga, Maricelili Mora Ramis, José Rafael Lantigua, Manuel Mora Serrano, Fernando Cabrera, Laura Gil Fiallo, María del Carmen Prodoscimi, José Alcántara Almánzar, Eloy Alberto Tejera, Camilo Venegas, Carlos Ardavin y Miguel Angel Fornerín sobre los textos de quien fuera su alumno en el entonces Taller Literario César Vallejo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Los conceptos de los referidos comentaristas son seguidos por la introducción en la que el autor, tras advertir que no se considera un crítico literario, señala que quiso asumir el rol de un lector exigente que valora las apreciaciones de sus homólogos.

“La obra de Mármol se caracteriza por su visión integral. Es evidente su concepción intelectual del oficio literario”, dice Morrison y agrega que al hacer una selección antológica de sus poemas comprobó que fue una tarea difícil “porque no hay caídas que puedan mostrar dentro de su obra de calidad indiscutible, facetas de calidad indiscutible”.

Quienes conocemos desde hace tiempo la obra de Mármol, valoramos el discurso filosófico de sus aforismos, con marcada influencia de Nietzsche y Freud, muy particularmente en el que expresa: “el amor es aquello a lo que siempre se aspira; alcanzarlo es el principio de su disolución”.

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