En estos días el escritor y catedrático dominicano residente en Puerto Rico Miguel Ángel Fornerín logró inquietar a sus seguidores en las redes sociales al preguntarse, ¿dónde está el escritor comprometido? De acuerdo con las respuestas de sus relacionados, muchos la interpretaron como fuera de época, talvez porque le aplicaron el criterio de los tiempos en que estuvieron de moda las ideologías que apostaban por un cambio radical en la humanidad, con el surgimiento de “el hombre nuevo”.

El viejo compromiso estaba apegado a esquemas y métodos, que mientras criticaban el sistema vigente, proponían su reforma o transformación. Ocurre que todas esas doctrinas fueron demolidas a mandarriazos limpios el 9 de noviembre del 1989, cuando centenares de alemanes enfurecidos derribaron el Muro de Berlín, que separaba la Alemania Oriental (socialista), de la Alemania Occidental (Capitalista).

El mundo bipolar que predominó desde el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se desplomó como un castillo de naipes en poco más de dos años, porque tras el derrumbe del Muro vinieron la reunificación de Alemania, el 3 de octubre del 1990, y la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), el 26 de diciembre de 1991. El capitalismo venció al socialismo, y no ha tenido la más mínima contemplación en la manera de imponer su verdad.

Es entendible que personas letradas, como las que sigue a Fornerín, den respuestas ambiguas ante la pregunta sobre el escritor y su compromiso. Si algún compromiso tiene el escritor en esta sociedad calificada por el papa Juan Pablo Segundo como “capitalista salvaje”, es aportar ideas que contribuyan a mantener algún encanto humanista a un ambiente donde todo parece estar sometido a la ley del mercado. El sueño socialista con el que se comprometieron muchos poetas, escritores… de todos los géneros, despertó en la pesadilla del consumismo desbordado, generador de insatisfacciones que el mercado no logra resolver. El compromiso intelectual no puede ir más allá de buscar despertar una humanidad que se autodestruye inconscientemente. Comprometámonos, decididamente.

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