A finales del pasado y principios de este año, la joven soprano dominicana Nathalie Peña Comas estuvo inmersa en varias presentaciones a nivel nacional e internacional. Conciertos en Austria, Rumanía y Santo Domingo fueron parte de su apretada y dinámica agenda. “El 2019 fue un buen año, productivo y de crecimiento artístico, con 30 presentaciones entre óperas, conciertos sinfónico-vocales y música de cámara, en Europa y República Dominicana”, nos cuenta. Este 2020 inició en la ciudad de Higüey, invitada a la vigésimo segunda edición del Gran Concierto Altagraciano que organiza desde hace años el Banco Popular Dominicano. Y luego en Rumanía, donde fue invitada como solista a dos conciertos de la famosísima cantata “Carmina Burana”, de Carl Orff.
Eres un ejemplo de que sí se puede vivir del canto lírico… ¿Ha sido fácil?
En lo absoluto, pero en la vida todo lo que vale la pena exige esfuerzo, entrega, voluntad y sacrificio. Han sido muchos los años de preparación y de trabajo constante para lograr poco a poco posicionarme en el competitivo mercado internacional.
Al momento, ¿cuál es tu mayor satisfacción?
Poder iniciar el estudio de los personajes de ópera y obras sinfónico-vocales que me llenan y con los que siempre soñé. Me inicié cantando las complejas óperas de W. A. Mozart, ahora estoy entrando de lleno en papeles más líricos de dos de mis compositores italianos predilectos: G. Puccini y G. Verdi.
De este mundo, ¿qué te resulta mucho más complejo?
En realidad, todo; partiendo de que para estudiar hay que presentarse a exámenes de admisión en universidades, y una vez concluyes siguen las constantes audiciones para teatros, agencias y productores, paralelo al estudio permanente de obras musicales, técnica vocal y preparación escénica, ¡es algo de nunca acabar! Hay que tener una verdadera vocación por esta profesión, y sobre todo, tener mucha paciencia porque el desarrollo de la voz y presencia escénica necesitan espacio, tiempo y por supuesto, oportunidades. La perseverancia es esencial en una carrera artística.
¿Y esperanzador?
Que la vida regresa lo que se le entrega. Si ha habido un gran esfuerzo, empeño, trabajo arduo y constante, y lo más importante, un sincero deseo de hacer música, la recompensa no se hará esperar. Es lo que por fortuna, después de mucho tiempo, empiezo a vivir.
Junto a tus hermanas Evelyn y Nicole, flautista y violonchelista respectivamente, conformas el Ensamble Spirituosi. ¿Cuáles compromisos tienen en agenda?
A parte de los conciertos programados para este año, nuestro principal proyecto es la concepción del segundo álbum musical, que llevará por nombre “Latin Roots”, y que aspiramos pueda ver la luz este año. Sería el primer disco que grabemos en nuestro formato actual de sexteto; una bella producción compuesta por obras clásicas latinoamericanas
¡Estamos muy contentos!
¿Qué te preocupa de la escena lírica nacional?
La escasa oportunidad de exposición que tiene la generación emergente de cantantes líricos. Converso con frecuencia con algunos de ellos, tienen muchas ganas de compartir su arte con el público, que al final es para quienes cantamos. La ecuación es perfecta: ellos están ardiendo por cantar y por otro lado hay un público ávido de este género musical… ¡Sólo queda provocar el encuentro, hagámoslo!
Proyectos futuros…
Nuevos destinos como Rusia, Japón y Taiwán forman parte de la agenda de conciertos para la temporada 2020-21. Además, nuevo repertorio de ópera, cumplir el sueño de cantar una de mis obras favoritas: “Las cuatro últimas canciones” (Vier letzte Lieder) de R. Strauss y algunas representaciones de la IX Sinfonía de L. v. Beethoven en este año aniversario. Por otro lado, la grabación de dos álbumes musicales y algunas propuestas artísticas internacionales que están por confirmar. Considero que este año será más productivo que el anterior, de gran expansión. ¡Me llena de emoción!