A lo largo de nuestra historia hemos padecido diversas epidemias y se han organizado esfuerzos para la vacunación de la población. El ejemplo de la viruela es ilustrativo. En 1864 se reportaron una importante cantidad de casos en la ciudad de Santo Domingo y la Junta de Sanidad con el apoyo de las autoridades militares iniciaron una importante campaña para enfrentar la enfermedad. Particularmente importante fue la actitud del doctor Pedro Delgado. Este mismo médico tuvo una participación estelar en la epidemia de viruelas de 1879, ya que él verificó la efectividad de la “linfa vacunal” inglesa traída al país. La protección de la población se extendió a todo el país, y relata el doctor Rafael Miranda que ha sido uno de las más exitosas campañas de vacunación en nuestro país.

En 1920, tras el mundo padecer la pandemia de la “gripe española”, que afectó nuestro país, empezaron a presentarse casos de viruelas, particularmente en la zona sur del país de nacionales haitianos que estaban enfermos y cruzaban hacia nuestro país. Debemos mencionar que ambos países, la República Dominicana y la República de Haití, estaban ocupados por los Estados Unidos de América. En mayo de 1920 el comandante Hayden, encargado de la Secretaría de Sanidad, emitió una orden con los detalles de la vacunación que explicaban el procedimiento correcto para la aplicación de la vacuna. La población ofreció resistencia a las vacunas por parte de los militares extranjeros y en junio de 1921, el mismo Hayden le escribía al oficial de Sanidad de Santiago, informando que se habían agotado las vacunas frescas y que debían emplearse vacunas vencidas.
También expresaba que el departamento de Sanidad había hecho todo lo posible para persuadir a la población de que se vacunara, y en ese año se había vacunado el 60% de la población. La vacuna era obligatoria y se aplicaba de forma gratuita a los pacientes que presentaban certificado de pobreza. En 1921, 200 personas fallecieron de viruela en nuestro país. Los grupos nacionalistas que se oponían a la ocupación norteamericana encontraron en la vacunación una manera de oponerse y de expresar su oposición a la ocupación norteamericana. Un dato cierto es que un número importante de vacunas estaban en mal estado y produjeron infecciones a la población. La participación de los militares fue esencial para llegar de forma ordenada a la población y además los ingenios establecieron centros de vacunación para atender a los braceros haitianos que laboraban en esas empresas. En 1954 tuvimos una gran campaña de vacunación contra la viruela, dirigida por el Servicio de Sanidad Nacional que dirigía el doctor Roberto Álvarez Franco y que tuvo como primer objetivo a los escolares pero que abracó todo el país. La campaña estuvo bien organizada y el personal entrenado para esos fines cumplió los objetivos.

En el período 1982-1986 se logró vacunar a toda la población y erradicar el polio en nuestro país, una real hazaña. El dr. Sabin, desarrollador de la vacuna, declaraba, pública y privadamente, que las campañas de inmunización en la República Dominicana era su triunfo preferido entre todos los triunfos alcanzados contra lo que él consideraba su enemigo personal, el virus del polio.
Albert Sabin explicaba que en todos los otros países, la polio se había erradicado, o en los países ricos del primer mundo, o bajo regímenes militares dictatoriales, o regímenes comunistas no-democráticos. Solo en República Dominicana pudo lograrse la erradicación por cooperación entre un gobierno democrático y una población civil. En este proceso múltiples estamentos intervinieron, pero la participación de nuestras fuerzas armadas ha sido siempre un factor de garantía de éxito. Esperamos que ante la próxima vacunación contra el covid, sigamos este ejemplo.

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