La atención sanitaria en el siglo XVI tenía uso minoritario y esporádico para la mayoría de la población. Lo usual era recurrir a remedios caseros, curanderos, comadronas o parteras, boticarios, barberos y vendedores ambulantes que ofrecían medicamentos sanadores y milagrosos. También estaban las brujas y hechiceras, que tenían gran conocimiento de herbolaria y una destreza en el uso extra terapéutico de agentes farmacológicos y psicotrópicos. Todo cambia con la llegada al Nuevo Mundo, ya que era necesario dotar a las embarcaciones de asistencia sanitaria como cirujano, barbero-cirujano y boticario.

Los primeros europeos con oficios relacionado a la salud llegaron al Nuevo Mundo en el Primer Viaje de Colón en 1492, que contó con “uno por galera” contratado por la corona de Castilla y equipado con sus instrumentos y herramientas. A bordo de la Santa María, capitaneada por Cristóbal Colón y con una tripulación de 25 hombres, iba el cordobés Juan Sánchez o “maestro Juan”, barbero cirujano y cirujano algebrista, que arreglaba fracturas óseas, quien quedó en el fuerte de la Navidad con 39 hombres “para curarles las llagas y otras necesidades a que su arte se extendiese”, muriendo allí.

A bordo de la Niña, capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón y con una tripulación de 20 hombres, iba el maestro Alonso de Mojica, vecino de Moguer, que además de barbero cirujano, era físico. A bordo de la Pinta, capitaneada por Martín Alonso Pinzón y con una tripulación de 25 hombres, iba Maese Diego, boticario y cirujano.

En 1493, comenzó el envío de personal sanitario para dar asistencia a la población castellana que marchó a poblar, evangelizar, explorar y trabajar al Nuevo Mundo. En ese momento, la corona contrató a un médico, 2 barberos, un cirujano y un boticario. Este personal estaba distribuido en cinco de las 17 embarcaciones que conformaron la flota del Segundo Viaje de Colón. Es muy probable que las embarcaciones que no tenían personal sanitario contaran con la ayuda de algún curandero, herbolario o sacerdote con conocimiento de medicina.

En este viaje se desató una epidemia de gripe que contaminó a gran parte de los pasajeros y tripulación, provocando que Colón decidiera desembarcar rápidamente, en el lugar donde fundó La Isabela, porque «hay tantas cosas que proveer que no bastamos para todo; porque la gente ha adolecido en cuatro o cinco días el tercio della…» y con los “pocos sanos que acá quedan cada día se entiende en cerrar la población y meterla en alguna defensa y los mantenimientos en seguro”.

Se desembarcó en La Isabela entre el 31 de diciembre de 1493 al 03 de enero de 1494. De inmediato se instaló un hospital de campaña para atender a los enfermos. Se desconoce la cantidad de tiendas que sirvieron como hospital, pero, posiblemente fueron varias tiendas porque la flota estuvo compuesta por unas dos mil personas entre pasajeros y tripulantes. Gracias a la dotación real que se dio para el viaje, el hospital contó con todo lo necesario para la curación de los enfermos y heridos; incluyendo alimentos y medicinas que llevó el doctor Diego Álvarez de Chancas, persona de toda confianza de la reina Isabel de Castilla, quien era “físico y que ha de estar allá por nuestro servicio”.

Aunque Álvarez de Chancas fue para dar atención a los cristianos, por la magnitud de la situación que se presentó fue necesario también atender indígenas. El primer paciente indígena que atendió fue al cacique Guacanagarí, a quien examinó la herida en una pierna producida durante un encuentro en el fuerte de Navidad, comentando que no tenía ninguna lesión importante «aunque él se hacía el raposo que le dolía mucho».

En la Isabela, la población continuó enfermando y muriendo. Algunos lo atribuyeron al clima y los insectos, otros, como Colón, lo achacaban “a mudamiento de aguas y ayres”, señalando que “la conservación de la sanidad, después de Dios, esta que esta gente sea proveyda de los mantenimientos que en España acostumbraban, porque dellos ni de otros que viniesen de nuevo sus altezas se podrían servir, sy no están sanos”.

En ese momento las enfermedades se trataban con medicinas y ciertos alimentos, por esta razón hubo de inmediato carencia de alimentos entre ellos “pasas, azúcar, almendras, miel e arroz…” y escases de “la mayor parte de las medicinas que de allá traxieron, por la muchedumbre de los muchos dolientes…”. Por tanto, en julio de 1494, a tan solo 7 meses de haber llegado, Colón pidió desesperado que enviasen mantenimientos para la botica y artículos para proveer La Isabela. La Corona de inmediato envió tres toneles de medicinas por un monto de 60,000 maravedíes y alimentos diversos que llegaron a final de año.

Pero también había necesidad de más personal sanitario, por lo cual, en abril de 1495, por orden de la reina Isabel, salieron hacia la Española cuatro carabelas y en ellas iba “un físico e cirujano e boticario… y doscientas varas de angeos para colchones para el hospital”. El angeo era un lienzo de estopa, o lino basto y grosero, que se trae comúnmente de la provincia de Anjou, y que se usaba para hacer colchones. En ese momento solo había un hospital en la isla, el de La Isabela, y para allí llegó todo.

A medida que los españoles incursionaban en la isla y tomaban el territorio, surgió la necesidad de instalar otros hospitales de campaña en los fuertes y villas que fundaban. En 1497, la reina ordenó de nuevo que “vaya un físico, un boticario, un herbolario a las Indias” para atender a la población española. En ese momento La Isabela estaba casi despoblada y hacia 1500 el hospital cerró y el personal médico se distribuyó entre los nuevos asentamientos pues para entonces ya estaba fundada la villa de Concepción de La Vega (1495), ubicada en el interior de la isla donde estaban las minas de oro y la Nueva Isabela (1496), que luego se llamó Santo Domingo (1498), al sur de la isla, en la costa Caribe. En ese momento también se daba atención a los indígenas, pues la reina Isabel los protegía.

Como cada vez llegaban más pobladores a La Española, en 1502, por orden real se comienzan «hacer en las poblaciones donde él viere que fuera más necesario casa para hospitales en que se acojan y curen los pobres, así de los cristianos como de los indios», pues todavía en ese momento no habían esclavizados africanos. Por tal motivo, en la Armada del gobernador Nicolás de Ovando, viajaron con contrato un físico, un cirujano, un boticario y tres ayudantes, además de otros que iban contratados por principales y sacerdotes. A partir de ese momento se comienza a establecer hospitales en toda la isla.


Centro estudios caribeños. PUCMM. Este artículo forma parte de las investigaciones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

Posted in Cultura

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas