Para el investigador Malcolm Harris el pasado de Silicon Valley, desde los ferrocarriles hasta los microchips, es una extraordinaria historia de disrupción y destrucción, que ha llevado al mundo a un siglo XXI sorprendentemente desastroso. En su libro Harris, escritor, periodista y columnista habitual en The Atlantic y The New York Magazine, desarrolla una profunda pesquisa de las ideologías, tecnologías y políticas llevadas a cabo en California durante los últimos 150 años y de lo que se denomina el sistema Palo Alto: un modelo económico basado en la incesante búsqueda de las ganancias exprimiendo al máximo el valor de trabajo humano al menor coste posible. En realidad, a lo largo de sus 700 páginas presenta unas memorias exhaustivas del capitalismo estadounidense. No deja de sorprender lo breve que es el pasado angloamericano de California, que no tiene más que unas pocas generaciones pero que ha dejado un brutal legado en nuestro mundo presente. Silicon Valley es donde surgió el evangelio de la optimización y también el artífice de la, sin precedentes, infraestructura de vigilancia que padecemos y ello se suma el dogma de la meritocracia mandamientos que se agrandan en paralelo a una gigantesca y subyugante creación de riqueza, poder y estrés.

El libro argumenta que, desde finales del siglo XIX, Palo Alto ha sido un centro histórico del capital y que su origen va ligado al inicio de la banca comercial con sucursales para atender clientes, que se expandió a inicios del siglo XX asociada a la agricultura comercial californiana, en ese entonces la principal actividad económica del estado. Ahí nació el Bank of Italy que paso a ser el Bank of América con posterioridad, que tenía una peculiar forma de enfrentar el pánico bancario. Cuando aparecían las vacilaciones y las desconfianzas, mostraban a través de sus ventanas lingotes de oro y en la puerta ubicaban letreros visibles que decían “¿Quieres recuperar tus depósitos? No hay problemas entre y lo tienes.” La gente los creía, entraba y volvía a llevar más dinero.

El autor sostiene que la banca impulsó una cartelización especialmente en el sector agrícola asegurándose que todo el mundo tuviese cuentas y de hecho durante la Gran Depresión del 29 los bancos californianos no sufrieron como los del resto del país. Este asociacionismo en el filo entre lo legal y lo ilegal, fue la semilla que originó el modelo del actual Silicon Valley. Esta mentalidad fue esculpida por la Universidad de Stanford, relacionada a su fundador, el magnate del ferrocarril Leland Stanford, que imprimió un carácter a esa tierra, una especie de esencia que pervive siglo y medio después. El reinventó la industria ferrocarrilera mediante continuas inyecciones de capital para centrarse en escalar el negocio, los beneficios y la velocidad de acción, una fórmula que no difiere del presente. El lema “Move fast and break things”, afirma Harrys es el corazón de un sistema que apuesta por el riesgo desmedido. Un ejemplo visible actual es la desastrosa gestión del Silicon Valley Bank, que asumió un riesgo desproporcionado invirtiendo en bonos del estado a 30 años que, con las subidas del tipo de interés por la Fed, aseguró 30 años de pérdidas. Eso si, riesgos asumidos con la certeza de que finalmente las perdidas serán socializadas una vez más.

La principal estrategia no es levantar negocios que produzcan cuantiosos márgenes o tomar decisiones ingeniosas, sino vender en el momento correcto. Un modelo ejemplar es Elon Musk, que, según Harris, es un personaje que nunca creo ningún producto o servicio de éxito pero que es un vendedor exitoso en el juego del riesgo, un especulador. Respaldado por un sólido trabajo de fuentes primarias y secundarias y tomando como partida la fundación del Bank of América y sus dudosas prácticas, argumenta que la comunidad de Palo Alto actúa en asocio y trabaja en forma “gang”, grupos privados con el objetivo de acumular poder y riquezas. Elites que entienden al gobierno de los Estados Unidos como una extensión al servicio de la clase capitalista. Si los atiende y respalda hace bien trabajo, pero si apercibe a sus empresas o cuestiona sus beneficios, lo acusan de confiscador. Así entienden que el rescate con dinero públicos del SVB era además de su responsabilidad una obligación.

El desmesurado crecimiento del sector tecnológico ha provocado también enormes transformaciones en el mercado laboral de Estados Unidos y ahora también en la dócil y obediente Europa. Las plataformas de la economía colaborativa -gig economy- han crecido exponencialmente manifestando una dualidad en el empleo. Los trabajos intermedios de calidad donde los trabajadores disfrutan de derechos laborales desaparecen a toda velocidad y por el contrario la aparición de los freelancers con los que las empresas no tienen obligación alguna, concluido el trabajo encargado, crecen aceleradamente. Empleos precarios y poca seguridad son la realidad que enfrentan los jóvenes, situación que se convertirá en la cuestión central de sus vidas. Este nomadismo digital, además, empieza a causar un alto costo social especialmente para aquellos que no pueden aportar valor alguno en esta mal llamada economía colaborativa.

Un libro que empuja a la reflexión y da pautas para entender el actual funcionamiento del capitalismo de la vigilancia, los monopolios tecnológicos y la progresiva desaparición de los derechos laborales y las libertades en nuestro mundo occidental ese argumento que esgrimen fatuamente los oligarcas y regímenes totalitarios del mundo contra el modelo cada vez más cuestionado de las democracias occidentales. Es tiempo de volver a repensarnos y buscar nuevos ideales más equilibrados y viables.


Centro estudios caribeños. PUCMM. Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”. This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC.

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