Analizar el Caribe dentro del subcontinente latinoamericano es una tarea que debe verse matizada por coyunturas socioeconómica, política y cultural dominadas por la desigualdad, la violencia, la inestabilidad, un marcado desorden de crecimiento urbano, una inexistente política de conurbación, pero por sobre todas las desgracias tiene la presencia de una clase emergente y unos grupos políticos que han detentado el poder y las riquezas sin ningún tipo de pudor e introduciendo escasos cambios en las estructuras sociales.

Hablar de movilidad social es un sueño que se muestra en los espacios del Macondo imaginado por Gabriel García Márquez. En la región, la pobreza y la marginalidad se profundizan, la exclusión social invisibiliza amplias comunidades que perviven el día a día con lo mínimo para permanecer en pie. En términos políticos, hace ya un tiempo en la región se hablaba de tipos de gobiernos que, en vez de representar la plataforma programática de su filosofía fundacional, se han caracterizado por gobernar de espaladas a los núcleos urbanos que les han favorecido con el voto y que contribuyen a perpetuar las ya existentes asimetrías socioeconómicas. Estos son los liberales y conservadores, en los cuales ya no hay diferencias, los distancia el color de identidad corporativa y la discursiva.

Ese tipo de relación asimétrica ha provocado un conjunto de oleadas populistas, que tampoco pudieron alcanzar la legitimidad y generar algún tipo especial de políticas públicas para transformar la realidad. El Peronismo se perpetua, pero con una visión Neoliberal y con fachas de justicialista. El Socialismo del Siglo XXI fue una comedia y los movimientos ecologistas y de ciudadanía inclusiva no terminan de imbricar en esta sociedad líquida.

En los aspectos relacionados al ámbito geopolítico, Estados Unidos a través de corporaciones transnacionales, ha tratado al subcontinente latinoamericano como una sirvienta, que no se perfila más allá del imaginario, casi realidad, de las Repúblicas Bananeras, sin poder visualizarse más allá que un amigo necesario cuando las cosas van mal, Colombia y Panamá son dos ejemplos ideales.

El siglo XX, como ejemplo ideal de un Cambalache, demostró al mundo que la visión geopolítica de los Estados Unidos para con Latinoamérica y, en especial, para con El Caribe, que esta era una zona controlada y que muy bien servía para convertirse en un mercado para ellos dotarse de materia prima y vender sus excedentes. La dominación desde la visión imperial se ejerce a través del endeudamiento, las dictaduras militares y civiles y otros mecanismos de controles culturales que tienden a modelar el imaginario entre los pueblos de la Región.

En los años ochenta (1980-1989) se inicia la implementación de las políticas neoliberales. Es la llamada década pérdida . Se caracteriza por el crecimiento de las deudas nacionales, se da un crecimiento inusitado de las importaciones, caen las exportaciones, así como el colapso de las políticas sociales. Es justo en este escenario que se inicia la crisis de las partidocracias en América Latina. El sistema tradicional de partidos no tiene respuestas a los problemas que ahogan la región; tampoco el modelo populista ha promovido las políticas sociales que construyen una real independencia económica, política y social en el área. Tampoco el Socialismo del siglo XXI ha podido dar el salto necesario para que América Latina y el Caribe superen la dependencia y aumenten en la calidad de vida de sus ciudadanos. Esto ocurre al momento en que. Estados Unidos da la espalda a la situación económica, política y social latinoamericana.

En otro ámbito, China desarrolla una vasta política de financiamiento y proyectos que permiten solventar la crisis y mantener a flote las economías caribeñas y latinoamericanas. Los problemas de los ciudadanos, sobre todo, de las inmensas denominaciones de grupos minoritarios en América Latina y El Caribe van más allá de las ideologías, los partidos políticos y concepciones religiosas. Son situaciones más estructurales que sistémicas que requieren de emprendimiento e innovación, de cambios de actitudes, autodeterminación y necesarias transformaciones geopolíticas que superen la simple condición de abastecedor de materia prima .Hay que poner valor agregado a la cantidad impresionante de recursos naturales con que cuenta la Región. Es mandatorio superar el complejo de creernos tercermundistas y, por lo cual, no podemos avanzar.

Como un referente histórico cíclico en la actualidad, Latinoamérica observa un giro político hacia el ideal de progreso , como si fuera una respuesta a las oligarquías y las recetas neoliberales que han estancado el cambio social, han impedido la movilidad social y perpetuado las estructuras desiguales.

Un gobierno sustentado en la visión progresista, o con tendencias hacia la izquierda, no implica cambio por sí mismo. Produce una oleada de cuestionamiento al rol hegemónico del mercado, el papel entreguista y antinacional de las oligarquías, la distribución asimétrica del poder y las riquezas, así como el abandono de los esquemas culturales que diferenciaba a los diferentes grupos humanos en esta región. La transformación de la vida del ciudadano latinoamericano y caribeño va más allá de un cambio de gobierno, o de ideología, se requieren transformaciones macro y la articulación de pactos sociales que legitimen la gobernanza y la gobernabilidad.

Desde México hasta Argentina y Chile se observan regímenes con una visión política de que irradian esperanzas, pero no han hecho los cambios significativos que hayan significado la mejoría de la región; López Obrador pone en cuestionamiento al bipartidismo mexicano; ha intentado orquestar políticas públicas de persecución a la corrupción, pero los males acumulados en esta sociedad son tantos y tan profundos, que en la actualidad se visualizan como sin ninguna intención de enfrentarlos se ha ya puesto en marcha. Los Kirchner, Fernández Kirchner y Fernández/Fernández, populistas y representantes del peronismo justicialista confrontan una situación pandémica y puesto a pruebas por múltiples desaguisados, así como ha desgastado la propuesta social de Alberto Fernández. El modelo neoliberal chileno, dominado en los últimos 30 años por Socialcristianos y Socialdemócratas ha colapsado después de profundas protestas sociales en el 2019 y la crisis pandémica. En este escenario el pueblo elige al joven izquierdista Gabriel Boric, quién ha sido un crítico del modelo privatizador. En Honduras se impone la lideresa izquierdista y feminista Xiomara Castro. El modelo político hondureño solo había profundizado la pobreza, la marginalidad, el narcotráfico y la inseguridad ciudadana.

La caída estrepitosa y el descrédito de Jair Bolsonaro colocan a Luis Inacio Lula Da Silva a la puerta del poder. En Bolivia Luis Arce recuperó el poder perdido por Evo Morales; allí los grupos oligárquicos se resisten a un gobierno que privilegia a las mayorías. La situación inestable de Perú, donde varios presidentes fueron salpicados de corrupción y obligados a renunciar, abrió las puertas al maestro de escuela rural Pedro Castillo. Es ideal que el presidente Castillo se aboque a concertar un conjunto de alianzas, dada la fragilidad de su gobierno , logrando así que se legitime su poder y permita las reformas sociales urgentes. En Ecuador las contradicciones entre los grupos de izquierda propiciaron la permanencia de la derecha con el empresario y banquero Guillermo Lasso. El próximo giro hacia la idea progresista parece estar en gestación en Colombia, el líder social y ecologista Gustavo Petro aparece puntero en las diferentes encuestas. Colombia es el país donde menos influencia habían tenido los grupos de izquierda en el poder. También están los regímenes de Venezuela con Maduro, un caso de analizar en otra entrega, así como los casos de Nicaragua con Ortega y Cuba con Díaz Canel.

Algo queda claro, los problemas de la región van más allá de un partido, o de una ideología. Requieren del compromiso de los ciudadanos y gobiernos para que aprovechen la importancia de la ventaja que ofrece la ubicación de la región, así como los cambios globales y geopolíticos que se gestan en el mundo en continua transformación.

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Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World. “This project has received funding from the European Union´s Horizon 2020 research and innovation programme under the Marie Sklodowska Curie grant agreement Nº 823846. Dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC”.

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