Las vías de Santiago, sus edificios y casas antiguas son parte de su identidad

En todo Santiago se sabía que Ulises Franco Bidó era una avenida que la jumentidad consistorial borró cuando aquel síndico, en un palacio de Rey sin corona pero con muchos bufones, la convirtio en Av. Duarte. Quizás él mismo no sabía que fue uno de los generales clave para afianzar nuestra independencia, 31 días después de ser declarada.

En esa batalla contra Haití se habla, merecidamente de José María Imbert a quien se le dedicó el cañoncito pírrico en el Fuerte Dios en la frontera con Pueblo Nuevo como homenaje, pero nunca se menciona ni a Ulises y menos a sus hermanos Román y Juan Luis.

Sin embargo, de quien mas hace mención la Historia es de Román, incluido en los primeros trinitarios, y luego, como Ministro de Guerra del Gobierno de Manuel Jiménez en 1848. Fue el responsable de llamarle la atención, mediante oficio, al propio Sánchez porque “se quedó 8 días en su hamaca”, en San Cristobal, cuando debía ir al campo de batalla al sur profundo.

De manera que se requiere una explicación clara y pedagógica que deslinde las diferencias de cada Franco Bido, que son muchos, no porque el padre Agustín tuviese complejo de conejo, mas bien porque a él no le incomodaba lo que estuvo de moda: “procreai poi baisa”.

De los hijos de Agustín Franco y María Bidó se destacaron Pablo, como educador; Amado como poeta y más que un héroe en Mao; Ulises, Juan Luis y Román como militares y Augusto como periodista. Juan Luis se destacó en 1856 en la Batalla Sabana Larga y Jácuba junto al coronel Jerónimo de Peña que le dio el nombre a Tamboril en un momento dado.

El nombre de Agustín Franco de Medina suena en la Historia desde su ingreso en 1782 en la milicia. Es probablemente el abuelo que fue capitán en Baní en 1794 y presidente del Ayuntamiento de la Vega en 1801.

Amado Franco Bidó, Augusto Franco Bidó y Juan Luis Franco Bidó.

¿Qué papel jugaron las hermanas Sergia, Ana Dolores, América, Roselia, Otilia y Amelia?¿A qué se dedicaron los demás hermanos Leopoldo, Pedro y Cosme?

Ulises “tuvo la suerte” de que nombraran una de las principales avenidas de la ciudad. Es la que actualmente se denomina Juan Pablo Duarte que era referencia y orientación para sus habitantes y visitantes.

Las vías de Santiago, como sus edificios y casas antiguas son parte de la identidad de la ciudad, por tanto, las decisiones importantes, no pueden hacerse a la ligera por regidorsuchos clientelares de partidos. Hay que recurrir a los historiadores y no a ingenieros que solo entiende de masa vehicular que transita y que hay que movilizar. Soy reiterativo cuando me refiero a los cambios críticos de nombres de calles y escuelas los que justifico cuando son inmerecidos y/o impuestos por las dictaduras. ¿Quién quisiera que todo se llame Trujillo, como lo impuso la Era?

Lo mismo pasa con los logos que pueden ser modificados, pero al cambiarlos se pierde identidad y referencia originaria.

El despojo, no solo ha sido a la vía mencionada, hay una lista inmensa que incluye La Estación Marte del tren, la calle Las Carreras, muchísimas casas victorianas que “Patrimonio” no quiso ver y permitió su eliminación; el Puente Yaque o Puente Viejo; el cine Colón… Todavía sigo nombrando Av. Central a la que es hoy 27 de Febrero. Había una razón lógica e histórica, porque es por ahí por donde pasaba El Ferrocarril central Dominicano… Historia compadre, Historia. La Av. Gral López pasó a la Antonio Guzmán.
¿Fue más grande el aporte de Guzmán a la nación que la del general restaurador?¿Sabían los regidores, que le cambiaron el nombre, quién era el Gral López ?, La Escuela México a la Prud’homme. Esa escuela es histórica por ser fundada por Ercilia Pepín, un símbolo en la Educación. La Escuela Normal o Liceo Secundario UFE, que de buenas a primera se le puso Onésimo Jiménez cuando el nuevo liceo fue construido. Y me pregunto, ¿qué gobierno tuvo la osadía de quitarle todos los santos a las calles de Santiago? Se fue San Miguel, San José, Santa Ana, San Sebastián…

“Las desvastaciones de Osorio” se quedaron chiquita con las de Sued. El Mercado Modelo se volvió un cachivacherío, y no conforme le sumó el antiguo parquecito José Trujillo Monaga en los Laureles o inicio de la Av. Hermanas Mirabal, llamado también parquecito de Los Pinos, un regalo para los bucones de “La Línea” que lo tenían como parada, famosa por su hábito, o mala maña, de arrancarle los bultos a cualquier transeúnte que pareciera pasajero y jondiárlo en uno de esos carros de choferes informales que han chantajeado a todos los políticos para evitar que armen un transporte público decente. Se convirtió el precioso parquecito en un jardín de billeteros, chulos, maipiolos, y vendedores de chucherías como si Santiago no existiera. Y no existía, si le dejó ejercer la arrabalización sin límites. De eso probablemente el Archivo de Román Franco Fondeur no tomara foto para la Historia, noverdá Robert? No hay que olvidar la arrabalización del callejón Juan Antonio Alix, pegaíto al Mercado

Román Franco Bidó y Román Franco Fondeur.

Son muchos los Franco que resuenan como el Klin klan de las campanas en el Santiago que te vio y que te ve: Román Franco Fondeur, del Archivo de la calle Restauración; la librería de los hermanos Franco; Tomás Hernández Franco, el mas brillante escritor del país; Gina Franco que tuvo el coraje de caerle a librazo limpio a Vargas Llosa por su actitud antilatinoamericanista cuando inauguraba su obra La Chunga en Casa de Teatro; Luis Brea Franco que enarbolaba su abolengo a capa y espada; Franklin Franco, quien disfrutaba de los western spaghetti pensando quizás que Franco Nero era su pariente.

El gran cambio de voltear las vías de la calle Del Sol, Restauración y 30 de Marzo, solo sirvió para enrredarle la cabuya a la gente porque el tránsito empeoró. Nadie se ha atrevido a quitar los conchos y poner transporte colectivo como civilizadamente corresponde.

¿Qué ventaja tuvo Abel? Que quitó los coches y los mandó pal carajo para que las vías estuvieran libres y sin estorbo gracias a un equipo especialista en comunicación y maquillaje y, consejeros que usan el tema haitiano para ganar popularidad tal y como hicieron con las guerras de Irak, Siria, Libia, etc. No son los tiempos de Ulises Franco Bidó, ni del Palacio Consistorial cuando los regidores eran personas cultas, honorables y voluntarias.

Pena que el Archivo de Román Franco Fondeur también se arcaicaizara y deteriorara. Pudo habernos legado un tesoro, huellas claras y precisas del transcurrir histórico de la ciudad. Poco a poco se fue esfumando, las fotos fueron desapareciendo hasta quedar solo el cascarón donde nadie sabe quién fue Ulises Franco.

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