A finales del siglo XVIII, la ciudad de Santo Domingo concluyó su muralla, la cual contaba con varias puertas distribuidas alrededor de ella, por donde entraban y salían todas las personas y mercancías. El 6 de noviembre de 1844, la ciudad de Santo Domingo se convirtió en capital de la República y asiento del gobierno. Dentro de su muralla residían unas 10,000 personas más 3,000 hombres que formaban la guarnición militar. Extramuros habitaban labradores, hateros, conuqueros, madereros, negros libres y algunos hacendados, que residían en la villa de San Carlos, los predios de Galindo, el poblado de Pajarito, de San Lorenzo de los Minas, así como algunas estancias e ingenios azucareros, establecidos muy cerca de la ciudad.

A partir de ese momento la ciudad amurallada quedó totalmente controlada permitiendo paso a través de sus puertas que se cerraban todos los días a las ocho de la noche con el repique de las campanas de las iglesias y se abrían tan pronto amanecía. Fuera de ese horario estaba prohibido salir o entrar a la ciudad. Las puertas estaban custodiadas por oficiales militares, quienes revisaban a todo el que entrara o saliera por ellas. Si por alguna emergencia, se necesitaba salir o entrar de la ciudad, era necesario tener una autorización del gobernador. Además, dentro de la ciudad hacían rondan los serenos de barrios que con sus gritos —¡las nueve y todo sereno! —, anunciaban la hora y el tiempo. Este control se mantuvo sin variar hasta finales del siglo XIX, cuando el presidente Ulises Heureaux en 1884 permitió la demolición parcial de tramos de la muralla para prolongar algunas calles, lo que dio paso a urbanizar los terrenos contiguos a la muralla del lado oeste, sector que hoy conocemos como Ciudad Nueva.

Las siete puertas que conducían a la ciudad amurallada de Santo Domingo eran: Puerta Grande o Portón de la Misericordia, Puerta del Conde o Baluarte de San Genaro, Puerta de Lemba, Puerta de San Lázaro, La Puertecita o Puerta de Galindo, Puerta de Las Atarazanas y Puerta de San Diego o Puerta de Mar.

La Puerta Grande, Portón de la Misericordia o Puerta de la Sabana y la que en algunos documentos aparece como Puerta de Santiago, comunicaba con el camino de la sabana, el ejido, la vereda de Güibia hasta el Castillo de San Gerónimo. Fue construida en 1543 por el maestro de la ciudad, Rodrigo de Liendo, quien asentó la primera piedra para las fundaciones de la muralla. Es una gran puerta sencilla con elementos renacentistas. Está ubicada en el lado occidental de la muralla y militarmente está protegida por dos fortines semielípticos que la flanqueaban, una garita en lo alto de la puerta y el fuerte de San Gil a unos metros. En el ejido cercano a esta puerta estaba el palomar real, el corral del matadero, conucos y zona de pastoreo para el ganado. En los solares cercano a la puerta se fueron asentando pobladores que luego formaron el barrio La Misericordia, de ahí el nombre a la puerta. Por lo cercana a la costa y el peligro que esto representaba, en 1655 el Conde de Peñalba, cerró la Puerta Grande o de la Misericordia para tener mayor control de la ciudad. Pero al poco tiempo se volvió abrir para dejar pasar a los agricultores que trabajaban en el ejido y permitir la entrada del ganado que iba al matadero. En 1808 los franceses tapiaron la puerta por asuntos de seguridad, la cual se abrió de nuevo en 1886 con el desarrollo de Ciudad Nueva.

La puerta del Conde o Baluarte de San Genaro, fue construida cerca de 1544, con modificaciones posteriores y estaba ubicada en la muralla occidental. Debe su nombre al gobernador y capitán general Bernardino de Meneses y Bracamonte, I Conde de Peñalva, quien tuvo a su cargo la defensa de la ciudad ante invasiones inglesas. Desde su construcción la puerta se mantuvo cerrada hasta 1656, cuando el Conde de Peñalva ordenó abrirla y cerrar la puerta Grande o de la Misericordia y la puerta de Lemba, por eso, a la puerta del Conde se le conocía hasta entonces como la Puerta Cerrada. Al abrirla en 1656 se le construyó un baluarte para su defensa, que consiste en “dos cubos unidos por un vigamen” y estaba protegida por un foso en forma triangular orientada hacia el este y varias garitas. A partir de ese momento se entraba a la ciudad por esta puerta que se comunicaba con el Camino Real que llevaba al interior de la isla. La calle que existía en su eje y que terminaba en el Clavijo, comenzó a ser muy transitada. En 1933 se le llamó Puerta 27 de febrero, en 1935 se declaró Monumento Nacional y en 1936 se designó Altar de la Patria.

Otra puerta que existió y que hoy ha desaparecido, es la Puerta de Lemba, también ubicada en la muralla occidental, entre la puerta del Conde y el fuerte de la Concepción, coincidiendo con calle Mercedes. La puerta estaba sin fortificar, aunque le quedaba muy cerca el fuerte de la Concepción. Esta puerta fue construida cerca de 1544 y debe su nombre a que allí se exhibió en 1547 la cabeza de Juan Sebastián Lemba Calembo, un esclavo negro alzado que lideró una rebelión. La puerta se unía al Camino Real, que era el mismo que llegaba a la Puerta del Conde. Dejó de usarse cuando esta se abre.

La Puerta de San Lázaro estaba ubicada al noroeste y comunicaba la ciudad de Santo Domingo con la villa de San Carlos y con el camino de la Santa Cruz. Lleva este nombre por la iglesia y hospital de San Lázaro que existe muy cerca de allí. Esta puerta principalmente servía de paso a los vecinos sancarleños que se instalaban en su alrededor para vender hortalizas, leche, carne y otros rubros, generando un minimercado informal. Era la primera puerta que se abría de la ciudad, pues los labradores y pequeños comerciantes llegaban desde las cinco de la mañana con sus productos. Actualmente no existe la puerta.

La Puertecita, Puerta de Galindo o Puerta de Santa Bárbara, estaba ubicada en la muralla norte, a un costado de la iglesia de Santa Bárbara. Esta puerta unía la ciudad intramuros de Santo Domingo con los predios del norte, las canteras, el tejar, el horno de cal y la hacienda de Francisco Galindo, que en 1896 ya tenía 35 casas y 209 habitantes. Actualmente no existe la puerta.

La Puerta de San Diego o Puerta de Mar, fue construida en 1549 y está ubicada hacia el oriente de la ciudad a orillas del rio Ozama. Militarmente está protegida por varias aspilleras, garitas y el baluarte de San Diego. Es una puerta renacentista y sobre ella, al centro se encuentra el escudo de Carlos V y sus emblemas complementarios de la Cruz de Borgoña y las Columnas de Hércules, y los escudos de la isla Española y de la villa de Santo Domingo. Esta puerta comunica la ciudad con el puerto. Por muchos siglos fue una de las puertas más importante de la ciudad pues por allí entraban todas las personas y mercancía que llegaban por mar.

La Puerta de las Atarazanas, posiblemente construida cerca de 1549 después de la construcción de la Puerta de San Diego, también está ubicada al oriente de la ciudad. Comunicaba con el puerto, astillero, fuente de Colón y estación de la barca que cruzaba el rio. Controlaba los movimientos del muelle y del cruce del rio. También fue usada por pasajeros y mercancías. La puerta que vemos hoy fue reconstruida en los 70’s, ya que la original fue destruida.

Aunque algunas puertas han desaparecido es importante guardar la memoria histórica pues las nuevas generaciones están olvidando la morfología de la ciudad. Seria interesante colocar tarjas en cada una de las puertas con un poco de su historia.


Este artículo forma parte de las investigaciones realizadas en el proyecto “Connected Worlds: The Caribbean, Origin of Modern World”, dirigido por Consuelo Naranjo Orovio desde el Instituto de Historia-CSIC, España y financiado por la Unión Europea, Horizonte 2020, código Nº 823846.

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