Me siento motivado a elaborar este escrito: a) El deterioro ético y moral de la sociedad dominicana; b) Por compartir recientemente con oficiales policiales que intervinieron en la investigación del atentado contra mi hijo Jordi y me hicieron una distinción como ciudadano y, c) Porque el pasado día de la Restauración de la República departí en forma respetuosa y amena con altos oficiales de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional.

I.- No todo está perdido. Algo se ha logrado

1.- No obstante las acciones feas que a diario comprobamos en nuestro país, hay que reconocer que no todo está perdido; algo ha dado resultado como consecuencia de las grandes batallas cívicas, ciudadanas, políticas y sociales libradas en los últimos años por lo mejor de nuestro pueblo.

2.- El esfuerzo, el sacrificio tiene que tener como contrapartida algo que motive satisfacción; el empeño para que prevalezca lo sano debe verse materializado aunque sea tímidamente; el trabajo tesonero de las personas de bien no es justo que llegue a esfumarse. Algo hay que conseguir aunque sea exiguo.

3.- Los cambios positivos que se producen en el seno de la sociedad humana son el resultado del accionar social y político de las fuerzas motrices, mujeres y hombres del pueblo, que creen en las transformaciones materiales y espirituales necesarias para una existencia terrenal satisfactoria. El obrar colectivo hace posible materializar las modificaciones de las estructuras que representan una traba para el desarrollo.

4.- Ha sido constante la lucha que han librado dominicanos y dominicanas para la instauración de un ambiente real y efectivamente democrático, en el cual la brega política se lleve a efecto con respeto a los derechos humanos y las libertades públicas, partiendo de que en los marcos institucionales se hace menos áspera la actividad social y política clasista.

5.- La defensa común para que las instituciones y los órganos del Estado funcionen acorde con la Constitución y las leyes, forma parte de los objetivos por reivindicaciones que interesan a todo el pueblo. Los movimientos democráticos tienen marcado sentido progresista y coinciden con las acciones desplegadas para romper los dominios despóticos y desconocedores de los derechos políticos y sociales de los pueblos.

6.- Sería una pura ilusión pensar que los vicios sociales solo influyen negativamente en sectores aislados del cuerpo social. Lo que daña a un sistema lesiona al conglomerado humano que existe en su medio; el enlace de lo dañino se extiende a la sociedad sin distinción posible alguna; la infección se generaliza; corroe a civiles y a uniformados.

II.- Proceder de la Policía Nacional, ayer y hoy

7.- Diferentes sectores pertenecientes a grupos sociales, políticos provenientes de movimientos obreros, campesinos, religiosos, sindicales, gremiales, juveniles, femeninos, profesionales, etc., aquí han expresado su sentir y coordinado labores a los fines de contar con una Policía Nacional que proceda ajustada al signo de los tiempos, que se maneje en forma civilizada.

8.- De la misma forma que la sociedad dominicana no es homogénea, tampoco lo es la Policía Nacional, y los vicios de que adolecen los civiles, de igual manera afectan a los uniformados del órgano policial. Así como hay policías que son una afrenta para la Policía Nacional, también contamos con miembros degenerados en los colegios de abogados, médicos, ingenieros, periodistas y del gremio de maestros; de la congregación del episcopado y del Poder judicial y Legislativo. En cada una de estas agrupaciones humanas dominicanas están presentes mujeres y hombres sanos y podridos, lo mismo que podemos decir de la Policía Nacional.

9.- La forma de actuar y pensar de la persona no la podemos ver en abstracto, al margen del orden económico y social predominante. Es una verdad irrefutable que “la conciencia de la persona no solo refleja el mundo objetivo, sino que, además lo crea”. La Policía Nacional dominicana está compuesta por mujeres y hombres productos de la sociedad dominicana y, por tanto, la conciencia social que ellos anidan en su cabeza es resultado, el producto del desarrollo de la base material del sistema socioeconómico bajo el cual estamos viviendo.

10.- Aquella Policía Nacional que funcionó en nuestro país desde el año 1966 hasta el 1978 cumplió fielmente su misión terrorista en los marcos de la guerra fría y de exterminio contra todo lo que representaba expresión democrática. Las madres que perdieron sus hijos, y los hombres y mujeres del pueblo que andan por ahí con los sellos de torturas ejecutados en solitarias ubicadas en cuarteles policiales, son testigos de lo que fue esa etapa odiosa y despótica.

11.- La Policía Nacional del pasado, como tampoco la del presente, tenía por misión cantar misas, repartir besos ni pétalos de flores. Aquí, y en cualquier lugar del mundo, ella está para reprimir y como objetivo principal garantizar el orden social establecido. Se pierde en lo claro aquel que vea la Policía Nacional como un organismo del Estado para repartir bondades, hacer obras de benevolencia o andar en labores piadosas.

12.- En cualquier país con una organización económica, social y política como la que existe aquí, la Policía Nacional forma parte de los mecanismos del Estado llamados a proteger el sistema, el orden establecido. El organismo policial solo cambia su esencia con la sustitución del Estado del momento. El proceder de los miembros del servicio policial se modifica en sus métodos dependiendo de la coyuntura, la línea del gobierno de turno y la correlación de fuerzas en el plano nacional e internacional.

13.- Aquellos que fuimos víctimas y testigos directos e indirectos de la dictadura terrorista de los doce (12) años, y de los círculos más protervos bajo la dirección de la Policía Nacional dominicana de ayer, con facilidad podemos establecer la separación que hay entre el proceder pasado y presente del organismo policial.
Cualquier hombre o mujer se sentía reducido a la nada como persona humana cuando recibía la golpiza de un policía torturador o la hiriente descarga verbal insultante de un oficial investigador.

14.- Lo que demuestra la realidad es que el trabajo permanente en el accionar democrático; la prédica por un mejor país; los mensajes para que se respetaran los derechos humanos y las libertades públicas, en fin, las recomendaciones en las plazas públicas y las peticiones en los medios masivos de comunicación, han hecho posible contar hoy, no con la Policía Nacional que el pueblo dominicano desea y merece, pero que no se puede comparar con lo que fue aquel aparato infernal pretérito.

15.- Cada día con más convicción y firmeza, corresponde a los más sinceros y consecuentes luchadores democráticos del país, realizar ejecutar acciones a los fines de lograr alcanzar un ambiente en el cual civiles y uniformados logremos un medio propicio para sentar la base económica material sobre la cual se levante una superestructura social que genere ideas políticas, filosóficas y jurídicas, así como contar con instituciones y organizaciones que expresen el sentir, las más profundas aspiraciones del pueblo dominicano.

III.- Las Fuerzas Armadas y los civiles ahora

16.- En todo país con una formación económica basada en la desigualdad de oportunidades existen diferentes clases sociales las cuales asumen diferentes formas de comportamiento, porque las actuaciones humanas responden a estructuras clasistas. El porte nos dice cómo se conduce cada ente social y cómo reaccionaría ante los fenómenos sociales.

17.- La vida en sociedad nos enseña que a los seres humanos les acompañan un conjunto de peculiaridades que con el tiempo van cambiando su forma de actuar, dependiendo de las ideas que asimilan, las orientaciones recibidas y la disciplina que les mandan a observar, lo que les lleva a poner de relieve su manera de ser consigo mismo y ante los demás.

18.- El carácter de la persona depende de la concepción de su naturaleza psicológico-social, de su experiencia acumulada, de los principios morales comprendidos, de la dirección que otros individuos ejerzan y de la activa interferencia que con ellos la persona dada establezca.

19.- En las sociedades divididas en clase sociales ningún órgano o institución estatal está al margen de intereses económicos que reflejan la conveniencia de tal o cual clase. De ahí que para comprender la esencia y los propósitos perseguidos hay que descubrir qué beneficios de clase refleja, aunque ciertamente tal reflejo no es simple ni directo.

20.- Todos aquellos que en una u otra forma hemos incidido, desde distintas posiciones, en la actividad política y social dominicana, somos testigos de que el proceder de los cuerpos armados del país no es hoy el mismo de cuarenta años atrás. Sin perder su esencia, los uniformados tienen ahora una actitud diferente en su trato hacia los civiles.

21.- Hoy es posible sostener una conversación con altura y respeto mutuo, con los más altos mandos militares del país. En los últimos tiempos he compartido con ellos planteando asuntos muy diversos, manteniendo cada quien su criterio y sin que nadie se considere portador de la verdad, o querer imponerla con razonamientos absurdos.

22.- Conferenciar, dialogar en cualquier actividad con mujeres y hombres ligados a los más altos mandos militares y policiales, abordando los temas más diversos, nos permite confirmar la idea de que “en la historia del ejército se resume con sorprendente claridad la historia de la sociedad civil”.

23.- La sociedad dominicana no es en el presente la que fue en el pasado, ni los militares piensan hoy como antes. Ahí está la conexión de los procesos que se operan en las Fuerzas Armadas y en la sociedad en el curso de su evolución, y ponen en evidencia la razón por la que hay que tomar en cuenta en los períodos de grandes transformaciones antagónicos que, el ejército, o una parte suya, no permanece aislado de las corrientes sociales más avanzadas.

24.- En el país nuestro, los oficiales y soldados con ideas democráticas son una reserva potencial para construir una verdadera democracia en la cual el pueblo participe, controle y decida, a la vez de incidir en el adecentamiento de la vida pública y el fortalecimiento de las instituciones.

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