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Quizás Julio Peña era horacista y por eso le puso al cigarro la V de Victoria en 1924 cuando Horacio inició su tercer mandato

A Bolívar Capellán, amigo de todos.

¿Cuál fue el primer cigarro reconocido que se fabricó en Tamboril?

El 3 de junio pasado se conmemoró, en el pueblo de Tamboril, el 122 aniversario de su fundación lo que fue aprovechado por la presidencia, el Ayuntamiento y los cigarreros para unirse en una misma cuadra. Nadie perdió la cabellera y menos Radhamés Pulita.

La Presidencia, con Luis Abinader, reemplazando a Vampiro Caos, recibió la faja dedicada a su padre. Ahora la principal calle, La Calle Real, se llama José Rafael Abinader, quien pasó sus primeros años en el pueblito bañándose en las pozas “poi lo lao de la Cacata” y aprendiendo los primeros números de la cartilla de Mantilla en la escuelita de Amantina López, frente al parquecito “dei Joyo e lo Perro”.

Luis anunció, ¡por fin!, la remodelación y conversión en museo de la casa del Gral. Horacio Vásquez para lo cual cuenta con el Espíritu Santo y Manuel Estrella, lo que será, además, un homenaje al Gran Jefe de los Rabuses.

Tamboril no podía, en esos días festivos, tararear la canción de Sarita Montiel, porque no hay un “remake” o una versión “moderna” en dembow que es lo que la juventud, ¿oye?. “…dame, el humo de tu boca…”. Y aunque no se vuelva a poner de moda, como Trespatines, se debe escribir, para que “olvido” no le quite la máscara a “recuerdo”, eternos rivales. Así, los nostálgicos presentes o idos “a lo paise” puedan añorar las viejas marcas de cigarros junto al molenillo de mano, la sudorina Estrella Azul, el pachuché y los blúmen y calzoncillos de saco de Harina Primavera.

Los esfuerzos éticos de Carlos José Rosario sirvieron más que para, con una mano, enseñarnos las cartas y con la otra, el cigarro. Y así, como magia, fue inaugurado el Gran Cigarro, un monumento de autor inconnu al fumador desconocido, en la entrada del Callejón de Las Jiménez, o El Jobo.

A pesar de la confianza de Radhamés, los organizadores, hicieron una feria coja, y tendrán que oír a los “locos”, en el futuro, para evitar disparates.

Se sabe que La Aurora fue la mayor empresa relacionada con el tabaco y que sus raíces están en Guazumal, Tamboril como lo confirma una de sus primeras etiquetas que lleva un dibujo de doña Aurora. Solo La Habanera, luego Tabacalera, competía con ellos, pero nosotros, tamborileños, la vimos siempre como una empresa de Santiago. Es por esto que nos inclinamos a reconocer, como primer cigarro de Tamboril aquel que salió de la fábrica de don Rafael Tomás Hernández, padre de Tomás H. Franco, con el nombre “La Flor de Licey”. Esta fábrica, me contaba Bolívar y Adela, quedaba en la Calle Real desde el parque hasta la Duvergé, paralela a la Av. Altagracia donde vivía Bolívar. Su fundación se dio en 1913, dos años después que mataran a Mon. Al lado le quedaba el bar de David cuando Julio Ramos la adquirió. La fábrica se mudó de la esquina a donde hay hoy una clínica para que la esquina sirviera de pulpería, que colmadón todavía no se usaba. Y hasta hubo un cine que terminó en llamas, en medio de los balazos de los vaqueros que se “achicharraban” en el telón, en el reflejo de los carbones del proyector.

El ambiente era el de todos los pueblitos de la época. La Parroquia Santa Ana, a campanazos limpios llamaba a los feligreses a rezar al tiempo que anunciaba que ese era el centro del pueblo. En esos años iniciales del cigarro, esa parroquia era totalmente de madera como se aprecia en la foto adjunta. Al lado oeste estuvo la pulpería-reguero de Bololo que gracias al “patrimonio del pueblo” aun la vemos como monumento del olvido. Al lado del bar la bomba de gasolina Texaco de Fico Capellán, cuyo mecánico, cuando se trancaba, venía en su camioneta roja GMC desde Santiago, Juan Mercader, hermano de este escribidor, que podía ser mi abuelo y que nunca se dignó a visitarme. Después pasó a ser la Noris de Persio Reynoso (Noris por su hija) y antes del año 1982 cuando ya los Dájer, que habían empezado en los 50, recorrían La Línea en carreta llevando cigarros salchichón y chocolate porque por ahí solo se daba la guasábara, manjar de chivos cojú.

Quizás Julio Peña era horacista y por eso le puso a su cigarro la V de la Victoria en 1924 cuando Horacio inició su tercer mandato (1er. en 1899, 2do. de 1902 a 1903).

Coinciden, Bolívar y Democles, al afirmar que en los 50 los hijos de Julio Peña le vendieron esta fábrica a Anibal Capellán y que al este morir, pasó a manos de Fernando, quien puso a Elvis Reynoso (esposo de la profesora doña Rosario) y que luego pasó a Abreíto que vivió al lado de la quinta de Horacio Vásquez.
Abreíto montó su propia fábrica seis casas más al este en el Cul de Sac que muere en el río cuyos cigarros emblema eran Cilux y “El Anillo de Oro”. Eligio Ureña siguió con la V de la Victoria hasta los 60. No hay que confundir la V de la Victoria con La Victoria de Nino López de aquel lado del puente.

La Palma fue el cigarro de don José Blanco cuando Gume de León era su capataz (maestro cigarrero y abuelo de Democles de León) y fue continuado por su viuda, doña Juana y su hijo Arnaldo Blanco Polanco (Nanán).

A pesar de la plaga de la cosecha de tabaco de 1953-54, la producción nacional se mantuvo y contó con el aporte de los tamborileños José Espaillat, Julio Ramos, Amado Dájer, Angel Polanco y Félix Reynoso de Canca y para regocijo del Jefe que contaba con los chelitos de Hacienda para fortalecer su riqueza.

De Cuba vino, no solo el ingenio, el ron y el son, también trajeron la pelota y el cigarro junto a los lectores que entretenían a los obreros. Se sabe que Trespatines fue lector, como lo fue aquí, Antonio Martínez, El Negro Capellán, César Rodríguez, Virgilio Camejo, Cirilo Évora y Gregorio Comprés. De 8 a 9 se leía El Caribe, El Listín Diario y La Información y de una a dos alguna novela prestada a la biblioteca del Club La Hermandad Cigarrera, como “El Derecho de Nacer” del cubano Félix Benjamin Caignet Salomón, “Los Tres Mosqueteros”de Alexandre Dumas, Michel Strogoff de Jules Verne, Vargas Vila… que se oían en la voz de estos “locutores” natos. El que más se destacó fue Conrado Espertini de La Aurora, pero así cualquiera, porque ya tenían allí micrófonos y no “a galillo pelao” o capela, como en Tamboril.

Los cigarros de hoy se conocen menos porque la mayoría se van a “lo paise” donde pagan un fracatán de euro, dólar o rublo por ellos. Hasta los chinos compran aquí.

Todavía no aparece El Pavo como marca, que es el mejor amigo del borracho, es el símbolo artístico de Tamboril gracias al de Pulín, y El Pavo, fotógrafo de cajón en bicicleta de la cercanía del mismo Jobo.
Radhamés produce su cigarro Pulita, Big Papi… mientras que Radhamés Pérez tiene el Frank Sinatra, Miraflor, Headlines y otros. Jochy tiene la Palma, Atagracia Ovalles, Juliany Cigars; Remberto Estrella produce La Salsa, El Son, La Guaracha, El Bolero y no produce el Dembow porque los jóvenes fuman Hookas y Vapers, las dos marcas más populares entre los que todavía no se han muerto.

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