Es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por dificultades sociales, comunicativas, de pensamiento y comportamiento

Miguel, necesitaba clases de apoyo y presentaba dificultades para relacionarse con los niños de su edad. Padecía algún tipo de discapacidad, pero era tan invisible que su psiquiatra infantil no lograba diagnosticarla.

El cambio de centro, en la educación secundaria, empeoró la situación y vivió episodios complicados, acompañados de frecuentes estados de ansiedad. Una profesora llegó a comentarles a sus padres que, en un futuro, su hijo sólo podría dedicarse a “doblar cajas”.

En 2005, cuando Miguel estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, se cruzó con el mismo experto en psiquiatría que lo había tratado de pequeño. Y con el encuentro fortuito llegó el ansiado diagnóstico: síndrome de Asperger. “Me cambió la vida totalmente porque por fin sabía qué me pasaba”, reconoce Miguel.

Algunas personas no soportan el ruido de un secador. Ni las multitudes al cruzar un paso de peatones. Otras no te miran a los ojos cuando hablas y ni siquiera te contestan. En ocasiones, el Síndrome de Asperger, dentro de los Trastornos del Espectro del Autismo, tiene manifestaciones tan sutiles que pasan desapercibidas en una sociedad que les ignora y a la que tienen mucho que aportar.

Asperger y TEA, ¿son lo mismo?

El síndrome de Asperger -que el 18 de este mes conmemoró su Día Internacional– es un trastorno del neurodesarrollo caracterizado por dificultades sociales y comunicativas y la rigidez de pensamiento y comportamiento de las personas que lo presentan, entre 3 y 5 por cada 1.000 nacidos vivos, según la Confederación Asperger España.

En 1994, este síndrome fue incluido en la cuarta edición del Manual Estadístico de Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-IV) -la biblia de diagnóstico de la Psiquiatría-. Sin embargo, en el DSM5 de 2013 -la edición vigente ahora mismo- el diagnóstico como síndrome de Asperger desaparece y se engloba dentro de los Trastornos del Espectro del Autismo (TEA).

Las investigaciones concluyen que síndrome de Asperger y TEA sin discapacidad intelectual son lo mismo, la diferencia es solo una cuestión de severidad de los síntomas. En la comunidad de asperger eso no ha sentado muy bien porque sienten que han perdido su especificidad.

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