Hay que enseñar a los niños a tomar en cuenta los sentimientos del otro y los efectos de sus acciones sobre él

Las peleas entre hermanos constituyen un comportamiento de los que pocas familias escapan. Conducta que, hasta cierto grado, es normal. Los hermanos, de alguna manera, desean destacarse uno del otro y, a veces, sin proponérselo, compiten por el amor y la atención de sus progenitores.

Si son bien manejadas por los padres, las diferencias entre hermanos sirven para aprender a lidiar y hasta negociar esas diferencias. También pueden ayudar a canalizar sus emociones, modular su agresividad y a no dejarse provocar. Aceptando la victoria del otro, aceptan que en la vida también se puede perder. Para todo ello, necesitan del concurso de sus padres, quienes no deben mostrar preferencia por ninguno de sus hijos y mucho menos tomar parte de esas peleas. Los padres deben evitar las discusiones delante de los hijos y lidiar sus diferencias con madurez, convirtiéndose en su patrón de conducta.

Comparar a los hijos resulta negativo para la relación entre hermanos, lejos de unirlos creará una rivalidad que acrecentará con los años. Parte del rol de los padres es aceptar que cada hijo es único y, por ende, diferente uno al otro. Aceptarse con sus diferencias les facilitará la socialización fuera del hogar. Incentivar al respeto promoviendo afectos, a sabiendas de que ambos se ganan, nunca se imponen.

A modo de orientar sobre el tema hemos entrevistado a la doctora en Psicología, Vanessa Espaillat.

¿Por qué se pelean los hermanos?
Los hermanos se pelean cuando son pequeños, porque quieren sentirse amados por los padres, favorecidos por ellos, tener toda su atención, y necesitan aprender a compartir el cariño de los padres y su tiempo con los hermanos. Cuando son pequeños no saben resolver conflictos y necesitan la mediación de los adultos para que aprendan a negociar sus diferencias, a regular sus estados emocionales, su agresividad, para que puedan aprender a vivir en sociedad siguiendo las normativas establecidas. Siempre habrá algo de celos entre los hermanos, estos celos son normales, podrán tornarse patológicos, dependiendo de cómo los adultos repartan su tiempo entre sus hijos y sus obligaciones, repartan los afectos, y de cómo ayuden a resolver los conflictos entre los hermanos.

¿Qué hacer para reducir las peleas?
Ser mediadores, pero no darles la razón a ninguno de los que están en conflictos. No asumir la posición de juez. El conflicto es de ellos y todos tienen un poco de razón y de responsabilidad en el mismo. Por lo tanto, no involucrarse a tomar partido por ninguno, por la excusa de que uno es menor, o porque pensamos que uno de ellos tiene la razón.

¿Cómo debemos actuar cuando surgen estas peleas?
Si se pelean por algo, los sentamos a dialogar hasta que ellos puedan negociar y llegar a acuerdos y les quitamos por lo que pelean hasta que se pongan de acuerdo. Si un hermano pequeño quiere algo del mayor, se le indica que le solicite permiso, no se le pide al grande que le preste algo suyo, si no quiere prestarlo. Cada cual es dueño de sus pertenencias y decide si presta o no. En ese momento también le decimos que su hermano también tiene derecho a hacer lo mismo, no prestarle algo que él quiera. Regularmente, si uno no los forza a compartir, terminan prestándose sus pertenencias. Es importante que aprenda a pedir permiso y no tomar nada que sea de su hermano sin su consentimiento. Esto los ayuda a sentirse respetados.

¿Qué errores suelen cometerse cuando surgen las peleas entre hermanos?
Las comparaciones refuerzan los celos fraternos. Cada hijo es único e irrepetible. Compararlos se considera abuso emocional y le quita la posibilidad de que desarrolle su identidad. Cada cual necesita desarrollar su mejor versión, no sentirse que será una fotocopia de otro hermano. Lo contrario a las comparaciones, es la diferenciación, mientras más se diferencian los hijos unos de otros, menos celos fraternos tendrán. Vestirlos iguales, comprarles todo igual para bajar los celos fraternos, tampoco ayuda, les quita identidad. Poner a un hijo que sea el que les diga a los padres cuando sus hermanos se comportan de manera inadecuada, en vez de ayudar, los separa para siempre. Sólo se les pide que cuenten a los padres, si los hermanos están en una conducta autolesiva o autodestructiva. Solo así pueden violar la confidencialidad de un hermano. Por otro lado, los hermanos menores no les dan consejos a los mayores. Eso rompe con la estructura de la familia y baja la autoestima de los mayores.
Dedicarles más tiempo a los pequeños, también genera muchos celos de los mayores. Todos necesitan tener tiempo a solas con los padres y compartir también en familia.

¿Debe el hermano mayor tener la razón?
El hermano mayor no siempre tendrá la razón. Ambos hermanos, mayor y menor, tendrán la razón, y necesitarán negociar sus diferencias.

¿Son inevitables este tipo de peleas?
Lo son, porque están aprendiendo a convivir como seres civilizados. A manejar su agresividad, a poder dialogar sus opiniones sin hacerse daño. Necesitan aprender a ganar, a perder, a negociar, y eso se hace en conflictos con los hermanos.

¿Cómo ensenarles a compartir?
Se les enseña a compartir ayudándolos a que negocien. No imponiéndoles que presten sus pertenencias si no quieren.

¿Los videos juegos que incitan a la violencia pueden incidir en estas peleas entre hermanos?
Que los padres se violenten mutuamente, que abusen de sus hijos, es lo que hace violento a un niño y que prefiera esos videos juegos tan violentos como, por ejemplo, los que te dan puntos por matar una anciana o un discapacitado, que les hacen daño, normalizándoles esas conductas inadecuadas. Sin embargo, videos de acción les encanta a los varones y no les hace ser seres violentos. Los varones necesitan canalizar su agresividad natural, sin hacer daño a nadie. Es saber escoger los videos juegos lo que hace la diferencia.

¿Cómo se pueden reforzar las buenas conductas?
Con justicia, respeto, con diálogo y comunicación asertiva y efectiva, que se modela con el ejemplo de los padres por la relación que tienen entre sí, y cómo ellos manejan los conflictos de sus hijos, sin alterarse, maltratarlos física o verbalmente, cuando pueden escuchar a sus hijos y ayudarlos a negociar sin tomar preferencia por ninguno.

La doctora en Psicología Vanessa Espaillat. Romelio Montero

Situación
Los conflictos entre hermanos son frecuentes en muchos hogares, donde las peleas, amenazas, e incluso las agresiones físicas, se repiten a veces de forma constante.

Consejo
Algunos especialistas recomiendan que los progenitores no se impliquen y den a los niños la oportunidad de que aprendan a manejar sus altercados.

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