Por Yamaya Sosa
Algunos investigadores sostienen que la clave está en filtrar distracciones para concentrarse en una tarea

Mientras seguimos inmersos en la virtualidad hay que comprender que el ‘multitasking’ (la multitarea simultánea) es un mito. Cuando pretendemos hacer ‘multitasking’, cambiamos de una actividad a otra, concentrándonos en ellas de forma separada. Este salto de tarea en tarea tiene un costo cognoscitivo: la asignación parcial de la atención. En contraste, algunos investigadores sostienen que la clave del aprendizaje efectivo está en la metacognición.

Aunque todo el mundo en algún momento muestra introspección, autorreflexión, la metacognición es más que eso. Es la habilidad de pensar sobre el propio aprendizaje con el objetivo de implementar una estrategia de adquisición de información según el contenido y la meta. Asimilar los errores como parte crucial del proceso de aprendizaje también es un indicador de metacognición. Este concepto, que no es nuevo, describe a personas metacognitivas como las que son capaces de filtrar distracciones para concentrarse en la misión a alcanzar.

En el ámbito educativo, la capacidad para mantenerse enfocado y desarrollar procedimientos de estudio guarda relación directa con los logros a obtener. Según los autores Wilson y Conyers, la metáfora de “manejar su propio cerebro” ayuda a los estudiantes más jóvenes a adoptar técnicas de aprendizaje efectivas. La metacognición permite determinar cuándo el cerebro está sobrecargado y necesita calmarse. Esto es particularmente crucial cuando se aprende en un entorno virtual, aunque la metacognición se puede enseñar en el aula como en la casa. Se trata de facilitar que los estudiantes descubran y celebren sus diferencias, adoptando metodologías de aprendizaje dinámicas y fluidas.

Las tareas relacionadas a la metacognición activan la sustancia gris de la corteza prefrontal del cerebro, demostrando una conexión, por lo menos a nivel neuroanatómica con las funciones ejecutivas, que nos permiten resolver problemas, controlar nuestros impulsos y cambiar de metodología cuando es necesario.

El reporte de la prueba PISA (2018), ilustra la importancia de la metacognición en el área de lectura. En este examen, los estudiantes que utilizaron estrategias concretas para aprender y recordar lo leído, por ejemplo discutir el contenido con otras personas, obtuvieron puntuaciones equivalentes a casi dos grados escolares superiores a quienes no implementaron táctica alguna. La metacognición influyó positivamente en el desempeño. Realmente no es suficiente aprender los contenidos, sino también cómo aprenderlos, habilidad fundamental en la adquisición de las competencias que demanda este mundo caracterizado por un superávit de información.

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