Al inicio del año escolar muchos padres se llenan de inquietud sobre el contenido de las meriendas durante el horario de enseñanza.

Qué poner a los niños en la lonchera para llenar sus altas demandas nutricionales mediante alimentos saludables que a la vez les gusten llega a ser una batalla diaria. Si se trata de los más grandecitos, la preocupación se extiende a lo que compren en la cafetería escolar, algo que escapa al total control de los padres.

En las tempranas edades se construyen los hábitos alimenticios de toda la vida. Los padres son los responsables primarios de enseñar a comer a los niños; los pequeños incorporan los modelos de alimentación del hogar.

En la medida que crecen, también se vuelven muy determinantes en sus elecciones alimentarias, el ambiente escolar, el grupo de amigos y el marketing de alimentos. Es por eso que a partir del inicio de la vida escolar, crear costumbre de alimentación balanceada en los niños deja de ser una responsabilidad exclusiva de los padres y pasa a ser tripartita: padres, escuela y Gobierno.

La malnutrición, que engloba problemas como talla y peso por debajo de lo aceptable para la edad, así como también sobrepeso y obesidad, afecta el aprendizaje y el desarrollo general de niños y adolescentes.

En el país hemos avanzado mucho en el combate a la desnutrición infantil, sin embargo a nivel global el sobrepeso y la obesidad entre niños y adolescentes se ha multiplicado por 10 en los últimos 40 años. Para 2022 habrá más población infantil y adolescente con obesidad que con insuficiencia de peso debido al consumo de alimentos y bebidas ultra procesados, los cuales contienen mucha grasa, sal o azúcar: refrescos, snacks, comida rápida, pastelería, helados, empanadas, pastelitos, etc., y el sedentarismo.

Ante esta seria problemática de salud, la OMS y la OPS instan a las naciones a tomar medidas para contrarrestar el ambiente obesogénico o promotor de obesidad. Por ejemplo, el Estado debe regular el marketing de alimentos y bebidas altos en grasa, azúcar y sal. Asimismo, trazar políticas de educación nutricional, como estrategia para fomentar hábitos saludables de alimentación en la población. Mientras no sea así, los padres interesados en fomentar alimentación saludable entre sus niños estarán luchando solos contra la sociedad obesogénica y será difícil.

Parece un problema individual pero es colectivo. La solución vendrá de la sociedad trabajar unida: escuelas, autoridades, padres, industrias, medios de comunicación.

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