Serie sobre Jeffrey Dahmer recuerda vida de otros asesinos similares

La serie de Netflix «Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer» ha sido un total éxito a nivel mundial. Los críticos la alaban, los televidentes la aclaman y las redes sociales se han inundado de elogios y loas, sobre todo por la actuación de Evan Peters, quien da vida al infame asesino en serie. La psicología […]

La serie de Netflix «Monstruo: la historia de Jeffrey Dahmer» ha sido un total éxito a nivel mundial.

Los críticos la alaban, los televidentes la aclaman y las redes sociales se han inundado de elogios y loas, sobre todo por la actuación de Evan Peters, quien da vida al infame asesino en serie.

La psicología de Dahmer ha sido una de las más complejas en la historia criminal, pues su situación podía intentar extrapolarse a la vida de cualquier niño que va creciendo en soledad, ya sea por la ausencia de los padres o presenciando los conflictos maritales; sin embargo, nadie comete los hechos abominables que él hizo.

Dahmer, conocido como «El carcinero de Milwaukee«, violó, asesinó y mutiló a 17 hombres y adolescentes.

Jeffrey Dahmer, «El carnicero de Milwaukee»

Muchos de ellos fueron canibalizados, otros fueron un experimento fallido del criminal, quien quiso convertirlos en zombie inyectándoles acido y líquido de batería en sus cerebros.

Sus cuerpos eran vejados y guardados en un refrigerador y algunos fueron disueltos en tanques de ácido. Era un verdadero horror.

No obstante, unos pocos sí han perpetrado asesinatos similares; incluso, uno de ellos fue motivado por las mismas razones que Dahmer alegaría después: «No quería que me dejaran solo».

Dennis Nilsen, «El carnicero de los maniquíes»

El 8 de febrero de 1983 en Muswell Hill, Inglaterra, técnicos del desague hallaron algunos huesos y pedazos de lo que parecía ser carne descompuesta obstruyendo el paso del agua, lo que hizo que de inmediato alertara a las autoridades británicas.

Cuando los agentes llegaron al lugar para indagar al respecto, descubrieron que esos restos pertenecían a seres humanos, lo que evidenció que entre los vecinos del edificio número 23 de la avenida Cranley Gardens había un asesino cruel, frío y despiadado.

Al iniciar las investigaciones, las autoridades confirmaron que esos restos sólo pudieron salir del apartamento que está ubicado en el ático del edificio, cuyo ocupante era un hombre soltero y callado que sólo acudía a su trabajo y que rara vez andaba acompañado; ese hombre era Dennis Nilsen.

Dennis Nilsen, «El carnicero de los maniquíes»

Nilsen era un trabajador de empresa privada que siempre andaba vestido con saco y corbata. Era sumamente introvertido, con pocos amigos y nunca hablaba ni saludaba a sus vecinos.

Era notorio para todos que Nielsen era homosexual y que incluso llegó a vivir de pareja con otro hombre en plena época de agudo prejuicio social en Gran Bretaña.

Aquel día, cuando Nilsen salió de su trabajo y llegó a su casa, vio las cintas amarillas y docenas de vehículos policiales con las sirenas encendidas, así como equipos forenses y excavadoras. Justo en ese momento se dio cuenta que todo había acabado y que no había vuelta atrás.

Rápidamente se acercó a los policías y se identificó: «Me llamo Dennis Nilsen, soy el inquilino que buscan. Tengo un problema con la muerte».

Los oficiales no lo podían creer y quedaron atónitos ante la frialdad de tales declaraciones.

A continuación Nilsen fue arrestado y llevado a la comisaría, y durante varios días confesó haber estrangulado a 15 hombres en cinco años. ¿La razón? Nilsen no quería quedarse solo.

El asesino serial contó que abordaba a los hombres en clubes y bares gays, los invitaba a su apartamento a tener relaciones sexuales y luego, al amanecer, los mataba mientras dormían porque sabía que sí despertaban se irían y lo dejarían solo; tal como lo hacía Dahmer.

Cada vez que mataba a un hombre lo desnudaba, tenía relaciones con su cadáver. Después lo vestía y maquillaba, y lo sentaba en el mueble mirando hacia el televisor.

Él se iba a su trabajo y cuando llegaba por las noches lo encontraba en el mismo lugar, luego Nilsen destapaba una cerveza y se ponía a contarle al muerto de cómo le fue en su día.

Finalmente cuando su víctima empezaba a descomponerse, lo descuartizaba y una gran parte de su cuerpo lo lanzaba en bolsas de basura por el vertedero, mientras que otra pequeña parte de los despojos los tiraba por el retrete. Esto último resultó ser su perdición.

Fue condenado a prisión perpetua y murió en la cárcel despues de casi 40 años de reclusión.

Bob Berdella, «El carnicero de Kansas»

Robert «Bob» Berdella fue un dueño de Bazar de artículos extraños en Kansas City que en su tiempo era muy frecuentado por los comunitarios.

Este había combatido en Vietnam, por lo que su visión de la muerte siempre estuvo marcada desde el principio. Cuando regresó a Estados Unidos se convirtió en chef y trabajó durante mucho tiempo en varios restaurantes.

Robert «Bob» Berdella, «El carnicero de Kansas»

Quienes lo conocieron lo recordarían por tener una vida solitaria, frecuentar bares gays nocturnos, así como codearse con trabajadoras sexuales y drogadictos. Siempre tuvo una vida enigmática y hermética.

Nunca se supo a ciencia cierta que cambió en él que, a partir de 1987, comenzaría a secuestrar amigos y conocidos para torturarlos durante semanas, sodomizarlos y descuartizarlos.

Con su cámara polaroid, Berdella fotografió las torturas y desmembramientos que le produjo al menos a seis hombres y guardó los cráneos de dos en una de sus habitaciones. Su caída fue similar a la de Jeffrey Dahmer, pues la última víctima pudo lanzarse de un segundo piso y correr despavorido con un collar en el cuello en busca de ayuda.

Cuando los agentes policiales llegaron a la casa de Berdella, este intentó impedir su entrada, por lo que acudieron a una orden judicial. Allí hallaron más de 500 fotografías de sus asesinatos, así como algunos restos de sus víctimas.

Fue encarcelado y condenado a dos cadenas perpetuas, pero su estadía duró poco porque murió de un infarto en 1992.

John Wayne Gacy, «El payaso asesino»

Era un empresario respetado en Chicago, Estados Unidos. También era un político prometedor. Ayudaba a los más desposeídos y disfrutaba con hacer reír a los jóvenes y mendigos en grandes fiestas que realizaba en el patio de su casa con cientos de invitados.

Según registra la prensa estadounidense, las barbacoas y sus parrilladas eran notorias en su vecindario ya que también era un ávido cocinero y un excelente animador de fiestas. Allí en su patio los vecinos brincaban de alegría sin sospechar que bajo sus pies estaban enterrados 33 chicos jóvenes de entre 14 y 21 años de edad.

John Wayne Gacy, «El payaso asesino»

Detrás de esa fachada de bonachón, de hombre honesto y filántropo se escondía uno de los más infames asesinos en serie de Norteamérica.

John Wayne Gacy vivió atormentado toda su vida por culpa de su padre, quien lo despreció al enterarse de que este era homosexual.

De acuerdo a escritos de Robert Ressler, un famoso criminólogo y creador de perfiles criminal que fungió como investigador pionero en el FBI sobre estos casos, el modus operandis de Gacy consistía en contratar a jóvenes en algunas de sus empresas contratistas.

Posteriormente los invitaba a salir de fiestas, los sedaba y estos despertaban en su sótano; desnudos y con las manos esposadas hacia arriba.

Gacy también se desnudaba, torturaba y sodomizaba con destornilladores y cuchillos a los jóvenes hasta finalmente estrangularlos o dejarlos morir desangrándose.

El Payaso Asesino amontonó cadáveres debajo de su casa a tal punto que los metros cuadrados de su residencia ya no daban abasto para seguir enterrando más cuerpos.

Cuando Gacy realizaba sus acostumbradas fiestas en el patio de su casa, los vecinos notaban el olor a putrefacción que imperaba en el área, a lo que él decía que se debía a las tuberías de su residencia.

En total 33 jóvenes terminaron debajo del patio de Gacy ante las narices de los ciudadanos de Chicago.

Gacy fue condenado a morir por inyeccion letal y su sentencia fue cumplida en 1994. Sin embargo, desde 1978 hasta su muerte, él se dedicó a pintar cuadros de asesinos en serie o «colegas» como les llamaba para sacar provecho económico, además de autorretratos del «Payaso Pogo».

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