Corrección: Son nueve las entregas de este artículo, como se lee en el título.
Joaquín Balaguer, en el período 1970-1974, arreció su política contra sus adversarios a los que no les dio tregua. Enfiló sus cañones contra las organizaciones democráticas que luchaban por las libertades públicas y los derechos humanos.
En la violenta década del 70 se registraron grandes sucesos. Por ejemplo, en abril de 1971 ocurrió uno de los hechos más trágicos: La muerte de la talentosa estudiante de economía Sagrario Ercira Díaz Santiago.
Durante una protesta estudiantil en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, tras una balacera dirigida por el coronel José Báez Maríñez, jefe del Servicio Secreto de la Policía, fue impactada por varias balas.
Díaz Santiago, días después falleció en un hospital. Es otra tragedia -que está asentada en la historia dominicana sin dejar ningún detalle al aire- que forma parte del rosario de muertes que normaron el odioso gobierno balaguerista que llenó de miedo a toda la sociedad.
Una precisión: Hace dos años, en esta misma tribuna, escribí sobre Balaguer y su tétrico régimen de los fatídicos doce años.
Las siguientes líneas formaron parte de la citada opinión. Las plasmo para recordar la verdad de la historia política reciente (historia reciente, término que usa Guerrero en su obra) de República Dominicana que tiene a Balaguer como uno de sus principales protagonistas:
“En mayo de 1978, Balaguer se volvió a postular para la Presidencia de la República. Con la consigna “Balaguer es la Paz”, propaganda electoral organizada por el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC).
Se le quiso vender al pueblo a un candidato que, después de gobernar 12 años de oprobio y en el que se cometieron crímenes de Estado, le había llegado el momento (¿?) de realizar el gobierno “que soñó de niño”.
Por fortuna, y aquí resalto la felicidad que le llegó al pueblo tras salir de tan nefasto régimen, las grandes masas fueron a las urnas para votar en favor de Antonio Guzmán, el candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) que lideraba el inmenso dirigente político José Francisco Peña Gómez.
El pueblo tenía tomada su decisión: Echar del Palacio Nacional a Balaguer y llevar al solio presidencial a don Antonio Guzmán. Son detalles que no se asientan en el libro de mi amigo Miguel Guerrero.
Pero, ¿por qué tampoco figuran esos acontecimientos que marcan una realidad vivida por el pueblo dominicano?
Al el escritor obviar hechos sangrientos registrados en el tétrico régimen de los 12 años, -y que forman parte de nuestra historia reciente- no es molestoso escribir que la obra de Guerrero queda “coja”.
Continuará…