No se trata de nada nuevo, pero no se puede dejar de subrayarlo, en vista del estrepitoso agravamiento de la crisis social y humana que martiriza a Haití. Es la indiferencia de la comunidad internacional frente a lo acontece en el país más pobre del continente, que ahora figura también entre las naciones con mayores niveles de corrupción. Definitivamente, el mundo ha dejado a Haití a su suerte, que ha devenido en una gran desgracia para su gente. Una comisión de militares de Estados Unidos estuvo en estos días en la frontera de Dajabón, pero más bien pareció una visita de cortesía que no augura mayores propósitos.

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