Los acusados de la operación Discovery habrán aprendido que ponerse a ostentar bonanza económica como lo hicieron, fue craso error; que debieron mantener un bajo perfil. Ahora se lamentarán, aunque la sociedad sí agradece que no pudieran resistirse a tener dinero sin restregárselo a la cara; si finalmente son culpables, gracias a eso fueron perseguidos. De modo similar razona el funcionario corrupto: “¿De qué me vale robar si no puedo ostentar lo robado, si tengo que mantener un bajo perfil?”. En el caso específico de riqueza bien habida, que teóricamente no hay por qué ocultar, es también mala idea y mala señal salir a ostentarla para atención de sociedad. Ricos y nuevos ricos, mejor ir discretos.

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