Con la democracia el poder político dejó de ser potestad de la realeza privilegiada, como era antes de ella y cualquier ciudadano lo puede ejercer bajo el requisito de ser elegido por el pueblo. Por eso historias de ascenso social como la de José Francisco Peña Gómez, de la pobreza absoluta a máximo líder político de nuestro país, y la de Luiz Inacio Lula da Silva, hijo de labradores que ni siquiera terminó el bachillerato, se metió a político y llegó a presidente de Brasil. Una alucinante carrera que parece haber llegado a un triste final, resultado de una maniobra de aniquilamiento político, analizan politólogos. Su origen humilde sería precisamente la causa. En Latinoamérica la “realeza” sigue campante (derecha rancia).

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