El problema con las cumbres climáticas, cuyo mayor triunfo ha sido el acuerdo de París, es que los objetivos de reducción de emisión de dióxido de carbono establecidos han sido voluntarios, no vinculantes. Los acuerdos alcanzados contienen muy pocas obligaciones para los principales contaminadores. Se ha confiado en la diplomacia para avanzar, pero ya sabemos que esta puede ser terca y lenta. Aun con las dudas sobre el esquema actual, estos cónclaves son un esfuerzo que valen la pena y deben seguir. Son el único foro donde los países pobres tienen un lugar en igualdad de condiciones para negociar con los países ricos sobre ese tema tan importante.

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