El domingo temprano llamaba a mi hermano residente en Estados Unidos para saludarlo por su cumpleaños. Su celebración onomástica, me comentó riendo, estaba en suspenso, con “todo su coro en fútbol”. Prácticamente el mundo entero ese día tenía la atención en Moscú y el partido final de la Copa Mundial de Fútbol. Gozándome el evento deportivo, no parecía que nada más emocionante podía ocurrir al momento. Pero próximo al tercer gol de Francia recibí desde España una noticia que no imaginaba tener ese día y que puso broche de oro a casi dos años de trabajo académico intenso. Emoción intensificada, domingo apoteósico. “Que todas las desgracias llegan juntas” es común expresar. Sepamos resaltar también las alegrías llegadas cuando menos esperas.

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