Todo el mundo aboga por el diÁlogo para la solución de conflictos, tanto domésticos como externos. Qué bueno que sea así, es lo que todos quisiéramos. Pero aterrizado con la realidad de los hechos que no pueden ser ignorados por los deseos, hay que analizar la posibilidad concreta de que puedan materializarse esas acciones conciliadoras. Por ejemplo, cómo avanzar en el diálogo en el actual conflicto entre República Dominicana y Haití por el canal en el río Masacre, si esos trabajos avanzan, mientras el país exige que sean detenidos. Pronunciamientos de iglesias, el Nuncio, la oposición y el Gobierno se quedan en buenos deseos y teorías de diálogo.