Durante un concierto el artista, querido músico dominicano, bromeó sobre que la audiencia pagaba sus cuentas. Y –agregar- las de muchas personas tras él: arreglistas, escenógrafos, sonidistas, modistos, maquillistas, publicistas, etc., la cadena de valor de la industria cultural y creativa (ICC), la actividad creativa como bien económico o economía naranja. Adicionalmente al rol social natural, a la creatividad artística ahora se la valora mundialmente porque crea riqueza económica. Cosa de la nueva economía; no fue siempre así, por algo aquel dicho de que trabajar “por amor al arte” es trabajar sin remuneración económica. Este valor es un hecho en nuestro país, muestra el nuevo libro del Banco Popular “Dominicana creativa. Talento en la economía naranja”.

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