Se anunció primeramente que el Gobierno construiría un muro en la frontera con Haití con fines de control migratorio. Después se aclaró que no sería un muro, sino una verja perimetral. Desde entonces, nacionalistas se han manifestado unos a favor y otros en contra. Están los que opinan que es necesario y los que opinan que eso no serviría de nada; que no frenaría la inmigración ilegal haitiana. La realidad, una vez hecha la obra, diría quienes tenían razón. Pero hay una realidad que obliga a sopesar profundamente la idea (la puntualizó el expresidente Hipólito Mejía, casualmente): sería a base de un préstamo de 225 millones de dólares, mientras nuestro nivel de deuda da ya que pensar.

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