Largos feriados como el de la Semana Santa son apenas una breve burbuja para el esparcimiento dentro del cúmulo de urgencias, obligaciones y desafíos que caracteriza el ritmo de vida moderno con sus peculiares matices en cada zona del mundo, pero también con sus elementos comunes. La actual es una vida cada vez más agitada en que, en general, hay poco espacio o inclinación para meditar sobre asuntos verdaderamente fundamentales. La Semana Mayor es, pues, más que un período de espiritualidad, un espacio para la recreación y, desafortunadamente, no siempre exenta de peligros y consecuencias fatales como ha sido el balance en este feriado. Caramba.

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