A la constante idea de “buscarme un marido” para aligerar cargas que muchos me indican, he respondido que no es esa falta, sino la de dinero, el real problema. Disponer de recursos económicos significaría vida más relajada, facilidad de pagar, para mediante terceros, desentenderme de tareas afanosas, las cuales, por estrechez financiera, debo afrontar a diario. Tendría carro del año –con chofer- y así no tendría contratiempos vehiculares. Viviría en penthouse de lujo; no tendría complicaciones domésticas ni de seguridad. En fin, tener marido sería cuestión de elección libre, no influenciada por condicionamientos socioculturales. Sin embargo, es un hecho que en nuestro país excepcionalmente mujeres logren alto estatus económico sin dependencia marital.

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