Hay tormentas atmosféricas y otras también, como esas tormentas individuales, significadas en las experiencias humanas desafiantes. Lo que queremos de cualquier modo es ver el sol después del nublado. Y por fuerte que sea la perturbación, muchas las nubes bloqueando su luz y calidez, el sol está, siempre, presencia constante, divina. Manifestarnos agradecidos, seguros de Dios con nosotros, conectamos con una fuente activa, inagotable de fortaleza en caso de adversidad. Vencemos las peores nubes negras: ideas o sentimientos de desesperanza y falta. A la más oscura tormenta le seguirá la luz, fiel promesa divina, pero solo la veremos con disposición consciente de descubrirla. Si no, el sol -tu paz y felicidad- infalible, te parecerá “apagado, no lo permitas.

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