Cuánto trabajo y tiempo nos costará erradicar la cultura de corrupción en la Administración pública que padecemos, o sea, llegar al estadio donde esta sea excepción, no costumbre o regla. Ahora con el PRM en el poder, apenas pasa una semana en que no se destape un caso de corrupción en algún ministerio, dirección, agencia o dependencia gubernamental. A nuestro alivio, ahora ruedan cabezas en forma de destitución o suspensión y persecución penal, gracias al presidente Luis Abinader y la procuradora Miriam Germán Brito. Pero eso debe trascender a ambos y significar que nos encaminamos a adecentar la Administración pública. Un eventual cambio de gobierno no puede implicar volver a régimen de corrupción e impunidad.

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