Los niveles elevados de azúcar en sangre, como ocurre en el caso de la diabetes, pueden afectar al ojo de muchas formas. En este artículo les remito algunas. Por un lado, la diabetes afecta el segmento anterior, es decir la primera porción del ojo, que incluye el sistema de lentes de la córnea y cristalino y los drenajes naturales del líquido del ojo. Puede debilitar la córnea, nuestro cristal delantero en el ojo, y disminuir su sensibilidad, haciéndola más propensa a heridas e infecciones, muchas veces difíciles de tratar.

Puede cambiar la composición del cristalino, nuestro lente natural, que se llena de líquido, haciéndolo rígido, quitándole transparencia, inicialmente de forma reversible hasta finalmente producirse cataratas, que ocurren mucho antes que en condiciones normales. También existe un mayor riesgo de padecer glaucoma.

Al mantener niveles de glucemia elevados, la vasculatura de la retina pierde su integridad, escapándose líquido y creando edema macular, condición que produce visión borrosa y distorsionada.
Finalmente, el colapso del sistema vascular de la retina puede conllevar a áreas de infarto, hemorragias, surgimiento de vasos irregulares y desprendimiento de retina, con graves consecuencias, la llamada retinopatía diabética. Si existen otros factores asociados, como la hipertensión arterial, dislipidemia o el hábito de fumar, aumenta la agresividad de estas manifestaciones.

Entonces, ¿qué hacer? El primer paso es controlar el azúcar en sangre. El parámetro a tomar en cuenta es la hemoglobina glucosilada, que ofrece un resumen de los niveles glucémicos en los últimos 3 meses. Dicho número debe permanecer por debajo de 7.5mg/dL y ésta debe ser la meta. Por otro lado, mucho de lo antes mencionado no da síntomas inicialmente, así que es importante acudir al oftalomólogo desde el diagnóstico de diabetes (o prediabetes) y hacer seguimientos periódicos, que en caso de no tener enfermedad, van de 6 meses a 1 año según el caso.

La clave es mantener el control glucémico y acudir a la primera visita con el oftalmólogo, a partir de la cual hacemos un plan de seguimiento para detectar cualquier afectación temprana y ofrecer un tratamiento preciso y precoz.

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