En su libro “Un mundo que cambia”, el historiador y teólogo César Vidal nos advierte sobre una especie de conspiración contra la humanidad que tiene agendada un grupo de poderosos.

Este grupo quiere someter al mundo a un “nuevo orden”, donde no existirían las naciones como entidades independientes, con sus respectivas culturas. Se les despojaría de su soberanía y de sus recursos (muchas ya están hipotecadas porque “todo lo deben”), y pasarían a ser protectorados bajo un solo gobierno global.

Se instalaría además una política antifamilia para reducir drásticamente la población (estos poderosos entienden que “mucha gente sobra”).

Todo esto va estrechamente vinculado a la imposición de lo siguiente:

-La ideología de género, la legalización de las drogas, el aborto y la eutanasia (herramiantas estas muy efectivas para que nazcan menos personas y quitar a otras del medio).

-La inmigración ilegal y masiva (que empobrece a las naciones más civilizadas y destruye sus cimientos culturales).

-La tesis del calentamiento global (que les viene como anillo al dedo, porque con el pretexto de que “el mundo se va a acabar”, pueden meter la mano en nuestros bolsillos y coartar nuestras libertades).

A través de un adoctrinamiento magistral en instituciones educativas y de un constante bombardeo en la prensa, estos poderosos han logrado que sea prácticamente imposible cuestionar los fundamentos de todas estas imposiciones, porque inmediatamente eres tildado de insensible, radical o racista.

Entre ellos se destaca muy particularmente George Soros, judío multimillonario graduado de London School of Economics, que reconoció públicamente haber colaborado con los nazis cuando estaban haciendo las deportaciones a Auchswitz, y que “no se sintió culpable”. También están los Rockefeller, el papa Francisco, la ONU…entre muchos otros.

Los políticos (compinches) que colaboran con ellos van desde la extrema izquierda a la extrema derecha, pasando por los secesionistas. Porque no se trata de izquierda ni de derecha, sino de poder global. Esto es simplemente “otra cosa”…

¿Es exagerado el Sr Vidal? ¿O realmente hay razones para volvernos paranoicos?

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