Una de las mentiras mejor mercadeadas de nuestro tiempo es la de hacerle creer a la gente que “todos somos iguales”. Y que como “somos iguales”… deberíamos tener lo mismo. Los políticos (de todos los partidos) han capitalizado a su favor esta mentira… vendiendo la falsa promesa de la eliminación de la desigualdad.

El pueblo ha comprado este discurso, y ha creído que por el solo hecho de existir merece lo que otros tienen.

Pero este enfoque es profundamente envidioso e incentiva que la mediocridad sustituya al mérito. Cuando no tienes, prefieres ver a todo el mundo igual de pobre… y que le quiten lo suyo al rico porque crees que por su culpa no eres exitoso.

Una cosa es aspirar a una sociedad que dé igualdad de oportunidades (acceso a la educación y a la tecnología, por ejemplo). Otra cosa muy distinta es negar la naturaleza humana.

Porque no todos somos iguales, ni merecemos lo mismo:

-Los hay genuinamente inteligentes, capaces de inventar cosas que les cambian la vida a millones de personas para bien.

-Los hay excelentes deportistas…mientras otros ni se les acercan por m ás que entrenen. Y logran que millones de personas paguen por verlos y que las mejores marcas den lo que sea con tal que las promocionen.

-Las hay mujeres tan bellas que parecen diosas… y solo porque nacieron así reciben las mejores ofertas de modelaje (y de matrimonio).

-Los hay con visión emprendedora…con ojo clínico para acertar en qué negocio invertir… mientras otros pierden dinero y tiempo en obsesiones absurdas.

-Los hay doctores en medicina… que se vuelven millonarios solo porque nungún otro (aun habiendo estudiado lo mismo) logra practicar cirugías que son casi un milagro.

-Los hay tan perezosos, que hasta levantarse en las mañanas es un acto heroico… mientras otros trabajan incansablemente y ni vacaciones cogen.

-Los hay ambiciosos, y los hay conformistas. No ha habido progreso en la historia de la humanidad sin los primeros, y su orgullo de querer ser los mejores.

Crear una sociedad donde todos obtengan lo mismo es matarle la motivación al que vale. La sociedad más justa es en la que todos ganan según sus aportes.

Pero lo que se está pretendiendo en Occidente… no es que todos tengan por igual derechos y oportunidades… sino darles privilegios a los que no lo logran. Crear un ejército de débiles… mantenidos con lo que se les quita a los productivos a través de impuestos. Esto se ve hasta en las escuelas. Ya nadie se quema… no vaya a ser que el muchacho se traumatice.

Y así se ha ido fomentando una dinámica empobrecedora, cargada de ayudas estatales…donde se premian la pereza o la incapacidad… en detrimento del que se arriesga, se sacrifica, se levanta a trabajar, crea, y vence las angustias de emprender.

En Asia abandonaron hace tiempo las polīticas igualitarias… y cada día surgen más empresas y más millonarios, y aumentan el ahorro de sus ciudadanos y las inversiones extranjeras. El porcentaje de gente que vivía en la extrema pobreza se ha reducido. Y la esperanza de vida ha aumentado. No ha de extrañar entonces que se le estén yendo alante a este Occidente decadente, que hace tiempo dejó de ser el emblema de la libertad económica para convertirse en una pesadilla de trabas e impuestos, respaldados por el pretexto de igualar a la gente.

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