A los economistas se nos enseña a pensar en términos de ventajas y desventajas (costos y beneficios) de las decisiones que se toman en la vida. Y tanto nos entrenan en esa técnica que hasta para asuntos que no tienen que ver con negocios ni dinero, la aplicamos.

Observando los acontecimientos actuales, leyendo por aquí y por allá, me voy a permitir analizarlos de la forma en que se me ha enseñado a pensar.

La pandemia que tanto nos afecta la provocaron los chinos. Y si bien no sabemos seguro que fuese adrede (con la finalidad de adueñarse del mundo), lo que sí sabemos es que ocultaron tiránicamente la información (hasta matando a los que se atrevieron a alertar), y esto lo agravó todo. Que conste en acta para los que todavía siguen creyendo en la “ayuda china”.

La República Dominicana está siendo afectada por dicha pandemia. Y a sus autoridades se les ocurre hacer un copy paste de lo que han hecho otros países. Pero no somos iguales. Somos muy pobres (aunque se nos haya querido convencer de lo contrario).

Imponen una cuarentena total a un país entero, pero el 70 pc o más no cuenta con los recursos para aguantarlo. Pienso que debió de ser focalizada a enfermos y su entorno.

Luego dictan unas medidas “para compensar”, en una magistral estrategia compradora de votos, que solo eso hará: comprar votos y a Dios que reparta suerte después. Porque ¿qué pasará después?

Muchos empresarios estarán quebrados “después”. Y la mayoría no son esos grandes y poderosos magnates en la cúspide, muchos de ellos encompinchados con el poder de turno, sino pequeños y medianos comerciantes, artesanos, técnicos, gente común y corriente que necesita que se les deje trabajar en paz. Los van a quebrar si los obligan a pagar sin producir.

¿Y entonces? ¿Para dónde cogerán los asistidos cuando se acabe la ayudita? Y los mismos burócratas que viven de lo que producen esos empresarios y trabajadores, ¿de dónde sacarán lo suyo?

Al paso que vamos, los estragos económicos (y psicológicos, porque la histeria colectiva está jugando un rol estelar en todo esto) habrá destruido más vidas que esta plaga, que dicho sea de paso mata menos gente que la influenza. Pero el objetivo político se habrá logrado. ¡Ese sí!

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