‘En su libro El Rebaño, el economista Jano García nos refresca la definición de racismo, por la Real Academia Española: “Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive”.
Para después señalar que para los “políticamente correctos” esta definición no basta. La moda de ahora es ampliarla y tildar de racismo a muchas más cosas. Como por ejemplo:
-No aceptar la inmigración ilegal. Tienes que estar a favor sí o sí, sin tomar en cuenta las circunstancias económicas del país receptor… o de lo que viene a aportar esa inmigración a cambio de ser recibida. No puedes alertar, por ejemplo, sobre el peligro de la musulmanización en Europa, ni recordarle a la gente que hay un grupo de musulmanes que para nada quiere integrarse a Occidente, sino destruir sus valores para imponer los suyos, muchas veces hasta decapitando a sus anfitriones porque “ofendieron a Mahoma”. Tampoco puedes mencionar que ya hay barrios en París, Londres y Bruselas donde la ley islámica o sharia domina de tal forma que la policía no se atreve a entrar. Ni que en Marsella hay más argelinos que franceses, y los llaman “perros cristianos” aunque vivan de las ayudas estatales que esos franceses pagan.
-No pedir perdón a razas que ya ni siquiera existen.
-Divulgar la historia sin modificarla para que ciertos grupos queden mejor parados.
-No saber bailar la danza de una tribu índígena.
-Referirte a tu violador como “hombre pakistaní” o “negro africano” cuando te piden que describas su aspecto físico. Si lo haces corres el riesgo de que tu acusación se desestime, aunque seas una niña de 11 años, porque osaste estigmatizar a un criminal y fuiste insensible con la diversidad.
A estas que el autor menciona podemos añadir otras:
-No aceptar la invasión masiva de haitianos a la República Dominicana, a pesar de su imposible absorción, y de la pobreza, la delincuencia y el atraso cultural que van a generar.
-No arrodillarte a pedir perdón porque mataron a un criminal negro.
-Decir en un certamen de belleza que una candidata negra no te parece bonita. Decir que la blanca no te lo parece… no importa.
Todo un paquetazo, al que se le seguirán añadiendo más exigencias sin duda, al paso que vamos.
Y con tal de que no nos tilden de racistas (a nadie le gusta) las seguiremos cumpliendo. Caminando por el mundo como si estuviéramos pisando cáscaras de huevo.