El presidente Luis Abinader está convocando a diferentes sectores de la vida nacional para abordar el tema haitiano, preocupado, como la gran mayoría, por el nivel que ha alcanzado la situación en la vecina nación, la cual es tan antigua como el origen de ambas repúblicas que conforman la Isla Hispaniola. Haití, pese a su desgracia nacional y al estado de descomposición que vive ese pueblo, por más indiferentes que queramos ser los dominicanos ante esta desgracia no podemos, en razón de que compartimos la isla con esta empobrecida nación y más que un tema de vecindad tiene una significación geopolítica para la República Dominicana.

Históricamente las relaciones dominico-haitianas se han desarrollado entre altas y bajas. El país más pobre del hemisferio viene viviendo las consecuencias de cíclicas crisis desde sus orígenes; fue la primera república negra del mundo, fruto de una rebelión contra la esclavitud y los esclavistas franceses, que transitó por senderos de venganza y traición, por parte de algunos de sus líderes, a la propia causa de la emancipación, al restaurar la esclavitud y coronarse reyes y emperadores, incluso, al ocupar por 22 años (1822 a 1844) la parte española. Como expresamos en nuestro artículo “Compleja crisis haitiana y falsas soluciones” publicado en este prestigioso medio el 19 de marzo del pasado año, Haití está en una especie de laberinto sin salida, pese a su trayectoria de lucha contra toda forma de colonialismo e imperialismo, durante 122 años, lo cual le reportó un elevado costo económico y político.

Hoy, ese país está colapsado sin una aparente solución de mediano o largo plazo. Un Estado carente de bases sólidas, sumido en la más aguda violencia de las pandillas, la ingobernabilidad, la corrupción, epidemias, miedo y terror. Varias intenciones internacionales se han presentado como ayuda hacia ese sufrido pueblo que hoy se sume en el hambre, la miseria y el vandalismo, con intereses diferentes, hasta ahora sin ninguna posible salida. La ONU, Estados Unidos y la cooperación internacional han fracasado ante la situación haitiana.

De manera reiterada, en más de seis ocasiones hemos venido abordando este tema desde este espacio y siempre hemos dicho que el presidente Abinader ha manejado de manera correcta el tema haitiano, aunque con algunos matices. Ahora procura un consenso nacional, tras lo cual el pasado 30 de abril convocó de manera formal a los expresidentes Danilo Medina, Leonel Fernández e Hipólito Mejía, quienes han acogido dicha convocatoria. También ha convocado de diferentes formas y maneras a diversos sectores de la vida nacional, para un proceso de diálogo que comprende visitas y reuniones bilaterales que incluirán la participación del Consejo Económico y Social.

Mañana, día 14, de acuerdo al anuncio que ha hecho el gobierno, se reunirá con los ex presidentes de la República, Danilo Medina, Leonel Fernández e Hipólito Mejía, por lo que se ha anunciado el escenario de esta reunión será el Ministerio de Defensa. Reitero, es una buena iniciativa, pero el Gobierno ha debido buscar previamente un consenso entre sí mismo para que tuviera mayor autoridad y coherencia en su convocatoria, tomando en cuenta, además, como hemos reiterado, que la sociedad dominicana está dividida en el abordaje del tema haitiano.

Hemos visto una declaración del Ministro de Trabajo, el doctor Eddy Olivares y luego otra del vocero de la Presidencia, Homero Figueroa, la cual es totalmente contradictoria a la externada por el Ministro de Trabajo. Ha de suponerse que el vocero de la Presidencia, Homero Figueroa, cada vez que expresa alguna posición es la opinión del presidente de la República, por lo que a mi modo de ver hay una contradicción entre estos dos funcionarios, y desde afuera ningún interlocutor está en capacidad de determinar cuál de las dos posiciones es la oficial. Esto le hace mucho daño a la búsqueda de consenso, porque para procurar un consenso nacional debe haber un consenso en las esferas del Gobierno dominicano.

El abordaje del tema haitiano, en el contexto de la búsqueda de un consenso nacional requiere de la coherencia de la parte convocante, que en este caso no es sólo el presidente de la República, es el Gobierno dominicano a través del jefe de la política exterior, por tanto se necesita de una claridad política y geopolítica, de una diplomacia proactiva con verdadero sentir patriótico, y, sobre todo, del consenso integral del ente convocante. Esto nos hace recordar nuestro artículo “No dejemos solo al presidente”, publicado en este medio el 22 de noviembre de 2022, donde precisamente nos referimos a una declaración injerencista por parte de los Estados Unidos de Norteamérica respecto al manejo soberano de la migración haitiana indocumentada. Los matices entre funcionarios gubernamentales respecto a posiciones oficiales, tienden a desarticular todo iniciativa de búsqueda de consenso nacional.
Por eso, nuestra sugerencia es: consenso para el consenso.

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