Señor director. Existen muchos lugares que hacen surgir los sentimientos más nobles del ser, la mejor de las calmas y el mayor amor que se guarda bien adentro. Lugares donde los animales, minerales y vegetales viven en comunión perfecta y armónica, y donde el hombre no acostumbra a vivir, solo a visitar de vez en cuando.

Estos lugares permiten sentir y observar la pureza, la paz, armonía, y excelencia en la convivencia, en ellos hueles la vibración del amor y escuchas el silencio, te bañas en la suave brisa y te meces al compás del fluir de las aguas del río, del cadencioso movimiento de los animales, de su canto, te quedas absorto admirando la belleza y perfección de las cosas, las rocas, el suelo y sus minerales…, toda la vida y energía que allí vibra sin parar, sin alterar el orden, sin irrespetar.

¿Por qué los humanos no podemos ya vivir así, o imitar al menos esta armonía?, vidas diferentes en feliz unión y comunión. Es posible que el hecho de ser animales racionales sea el ingrediente extra que lo complique todo. De ser así, la causa inmediata no es el hecho de pensar en sí, sino el descontrol que tenemos sobre esos pensamientos, que en lugar de producirlos conscientemente, lo hacemos de manera inconsciente, y pululan a la deriva, influenciados por el morbo del medio ambiente y la sociedad mundial, a través de las redes sociales y los medios, o sea, de la modernidad aberrante y despampanante, y funcionan como virus infecciosos de la mente humana, enajenándonos y bloqueando nuestra sabiduría interior.

A pesar de esto, el hombre desea tener paz, vivir en armonía, por eso lucha internamente con su propio yo, su aparente complacencia exterior se vuelca en su interior, le reclama y tarde o temprano sale a relucir su malestar, enfado e insatisfacción, su drama de vida, y se pregunta: ¿Es que no somos capaces ya de vivir en armonía y entender lo que es la serenidad? Un alma serena está en armonía, equilibrio y paz interior, con estas virtudes lo demás sale sobrando, la alegría y el gozo están garantizados y con ellos el amor, el respeto y la felicidad.

En el último capítulo del libro “Como un hombre piensa, así es su vida”, de James Allen, titulado Serenidad, podemos leer lo siguiente:

“La tranquilidad de la mente es una de las bellas joyas de la sabiduría, es el resultado de un esfuerzo largo y paciente en el dominio de sí mismo. Su presencia es indicadora de una experiencia madura, y de un conocimiento más que ordinario de las leyes y el funcionamiento del pensamiento. Un hombre alcanza la tranquilidad en la medida que se entiende a sí mismo como un ser que evoluciona del pensamiento…”

Soy de las que creen que se puede vivir en armonía y paz, es cuestión de evolucionar en la manera de pensar, de ver a los demás, y de reaccionar ante los efectos que causan y causamos, cuestión de despertar y mantenernos despiertos a la realidad de la existencia.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Ciudadana

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