Señor director. Siempre me he preguntado ¿En qué punto fue que nos perdimos y la vida tomó un curso equivocado, indeseado y fuera de la línea recta de la generosidad, la condescendencia y el amor, para tomar la tortuosa ruta de la ambición, la indiferencia y el desamor?
Cada uno tiene un rol que cumplir en esta vida, si no lo cumple, son muchas las cosas que cambiarán para perjuicio del buen desenvolvimiento de la humanidad y el mundo a través del amor.
Definitivamente muchos de nosotros fallamos; en vidas anteriores, nuestros ancestros…, y aún hoy seguimos fallando más y más. Existimos, pero actuamos como si no existiéramos.

Aunque no lo creamos, son muchas las vidas que tocamos, para mal o para bien, y no necesariamente tenemos que ser un benefactor de buen corazón. Todos venimos a dar lo mejor y a hacer las cosas más llevaderas, pero al no cumplir nuestra misión, lo que pudo seguir siendo nuestro bello y armonioso hábitat, se ha ido convirtiendo en una jungla de concreto y violencia, donde predominan los depredadores y el ¡Sálvese quien pueda!

Es cierto que el mundo cambia, pero hay cosas que no deben perderse de vista, y la formación encaminada al respeto, la bondad y el amor, deben primar por encima de todos los cambios.
Cosas que no se debieron negociar, y no solo las negociamos, si no que las regalamos por baratijas. Se dice que todavía hay muchos indios, porque desconocemos el verdadero valor de la vida, o mejor dicho, ignoramos las cosas que de verdad son valiosas.

Hoy se hace énfasis en hacernos llegar otras cosas para desviar y descontrolar nuestros pensamientos, para desmontarnos esos valores y buenas costumbres ancestrales. Está claro que no todo era perfección y color de rosa, pero pocas cosas desentonaban, hoy pocas entonan y van por buen derrotero. Se han multiplicado demasiado pronto los ambiciosos, avaros, y sin corazón, y los de buen corazón se están avergonzando de ser como son, se han dejado seducir por la vida de comodidades y frivolidades.

Hace años se divulgó en la web, un mensaje titulado “El circulo del odio”, el cual narra como una mala actitud va creando otra y otra…, hasta que alguien la rompe dando amor. El odio nace del miedo y crece a medida que lo seguimos alimentando y propagando como un desquite. “El odio y el miedo son virus; necesitan de un huésped débil o enfermo, para crecer y contagiar a otros”.

Y sí no tuviéramos un gran corazón, unos valores tan arraigados y un amor tan puro, no podríamos vencer las tentaciones y actuar con valor, escudados siempre en el amor que no espera recompensa, pero que sin lugar a dudas la recibe.

¡Y pensar que alguna vez casi en su totalidad el mundo fue bueno y honesto! Donde no se necesitaban firmas ni documentos, solo la palabra dada y el amor, eran suficientes.

Me hago una pregunta final ¿Alguna vez podremos revertir esto y volver a ser tan puros y confiables como antes?
Idalia Harolina Payano Tolentino
Colaboradora

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