Señor director. Deseo compartir este pensamiento de Osho, del libro “El ABC de la Iluminación” dice lo siguiente:

“Entrar en la vida, es entrar en la muerte, lo único seguro que tenemos al nacer, es que vamos a morir. La eternidad es inmortalidad; ahora bien, ¿Cómo se consigue la eternidad? ¿Cuál es el camino? Hay que entender el curso del tiempo. El curso del tiempo es horizontal, una procesión de momentos. La eternidad es vertical, profundizas en el momento; no lo sigues linealmente, sino en profundidad. Te sumerges en el momento”.

Osho nos dice que así como nos quedamos a la orilla del río y este sigue corriendo, así vivimos a la orilla del tiempo, un momento, otro, y otro; y la secuencia de momentos no se interrumpe. Pero nos explica que existe otra manera, sumergirse en el río, en el momento: en el aquí y ahora, y veremos como el tiempo se detiene, y nos movemos en una dimensión completamente distinta, la dimensión de la eternidad. Él nos sigue diciendo que todo lo que hacemos se inscribe en el tiempo, y todo lo que somos, en la eternidad. Que si pasamos de hacer y tener, a ser, se produce el cambio, y si nos olvidamos del pasado y del futuro, el tiempo se detiene, en el silencio empezamos a sumergirnos en el aquí y ahora, y que ese «ahora» es la eternidad.

La vida está llena de señales y aprendizajes, el que menos uno cree, es un maestro en determinado momento y situación, lamentablemente, nos perdemos de ellos por las prisas. Por vivir en lo superficial nos perdemos la hermosa sabiduría y el gozo que da la profundidad. Nos perdemos el aprendizaje, la valía y el deleite de los instantes que se deberían tatuar en el alma y en la piel, por no haberlos vivido con toda intensidad, y es así como nos perdemos la dicha y el privilegio de la eternidad.

Nos pasa cuando nos hablan y no prestamos la debida atención, cuando miramos, pero estamos distraídos y no hay observación.
Nos pasa con la lectura, por leer con rapidez, sin ninguna pretensión, nos perdemos el significado que hay detrás, la esencia de las palabras, el alma del autor, que saca la esencia de nuestra propia alma y nos lleva a otra lectura ya de nuestra autoría. Lo mismo pasa con la escritura, por conseguir fama, dinero, o por salir del paso, escribimos de manera superficial, sin alma, y nos olvidamos de profundizar, de dejar mensajes y aprendizajes que podrían estar ocultos para el lector superficial, pero a la vista del que sabe leer en profundidad, que definitivamente, es lo delicioso de la lectura, lo que no se ve en apariencia, pero que nos lleva a volar sin siquiera despegar los pies de la tierra…

Profundidad, es “Intensidad o viveza del pensamiento, que ahonda hasta lo más oculto o esencial de algo”. Y precisamente, la acción que desencadena esa intensidad y ese ahondar en lo más oculto o esencial, son la clave de la eternidad.
Idalia Harolina Payano Tolentino
COLABORADORA

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