Señor director. Las tres causales, están desmenuzadas en la sociedad dominicana y al parecer todo se ha dicho. Lo que no entiendo es por qué se llama Provida al movimiento que se opone a estas.
Tanto las vidas recién engendradas como las que ya vieron la luz y llevan un camino andado, son valiosas. Las tres causales, por defender la vida que independientemente existe, cosa que no puede hacer un embrión, feto o bebé nonato, no es un movimiento contra la vida, precisamente porque si algo defiende es la vida en todo su contexto.

“El término vida tiene varios significados. Puede significar tanto el espacio de tiempo que transcurre desde el momento de la concepción, algún momento de la gestación, o del nacimiento hasta la muerte”.

“Desde la biología, hace referencia a aquello que distingue a los animales, plantas y microorganismos, del resto de las realidades naturales. Implica las capacidades de organización, crecimiento, metabolizar, responder a estímulos externos, reproducción y muerte”.

Soy madre de tres hijos, dos son mujeres, y jamás estaría a favor de actuar con irresponsabilidad ante un embarazo, interrumpiendolo por el hecho de no ser planificado, o indeseado por no estar preparados para ser padres, o porque el padre no se quiere hacer cargo, y la madre no quiera perder su estilo de vida, o no tenga la manera de mantenerlo sola, o un montón de razones que nunca justificarían tronchar una vida en proceso, que aparentemente viene bien y tiene todo el derecho de ver la luz.

Ahora bien, como madre portadora de vida, me sumo a las tres causales, porque lo que defienden es el derecho a elegir en tres casos muy específicos en los que peligra la vida física, la psíquica y emocional de la madre en primer plano, del hijo en segundo, y también del padre, o el de hijos ya existentes.

Tampoco puedo entender a los que se oponen a esto tan ferozmente, de seguro nunca se han planteado ninguno de estos tres casos en carne propia, y en su seno familiar. Su posición siempre será la misma, la de seguir como si nada, como si nadie, como si nunca…

Al parecer la vida de una niña o una mujer abusada, no es valiosa, sus traumas son injustificados, desde afuera todo se ve fácil y diferente, decir que lo pueden dar en adopción y no abortarlo implican nueve largos meses de sufrimiento, negación y amargas pesadillas, al ver creciendo en su vientre el fruto de un acto brutal que no han podido superar.

La vida de una mujer, tal vez madre de otros hijos, no parece valiosa, cuando se tiene que sacrificar para traer al mundo un hijo que no sabe si sobrevivirá, pero que tenerlo, acabará con su vida.
No parece valer la vida de una mujer cuyo hijo nunca tendrá vida propia, le entregará cada suspiro, y desde luego su vida jamás será una vida normal, porque lo que más le duele, es saber que su hijo nunca podrá vivir más allá de su condición postrada o inhumana.
Idalia Harolina Payano Tolentino
COLABORADORA

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