Señor director. Los tiempos han cambiado mucho en cuanto a los estamentos dentro del seno familiar. El cambio, originalmente buscaba tener más independencia, confianza, respeto y consideración entre todos los miembros de la familia, y dentro del hogar. Ambos padres trabajando fuera la mayor parte del día, una madre más satisfecha por ser parte del sustento económico y social, y tener igualdad de derechos, cooperando ambos en la limpieza del hogar, crianza y educación de los hijos, que estando mayormente en la escuela, los monitorearían a través de reportes escolares y los maestros, y en la casa a través de la empleada a cargo, abuelos o algún otro familiar, y un seguimiento más personalizado a través del teléfono. Se confiaba en que así los hijos serian menos indefensos y más independientes, incluso más felices. Se los trataría de igual a igual y con más respeto hacia ellos, considerándolos muy capaces, y responsables con sus deberes familiares y escolares.

Al llegar a casa, las cosas no eran como se planeaban y pensaban. Si hubiera funcionado tal como se pensó originalmente, la historia fuera diferente, los caminos se torcieron en algún punto, se perdieron unos ideales y fueron sustituidos por otros, menos altruistas y más egoístas de ambas partes, por así decirlo.

Es difícil criar y educar en todas las épocas, pero en esta, debido al alcance abrumador de las diferentes tecnologías (especialmente el uso del inseparable celular e internet), y al alcance descontrolado de las redes sociales, se hace más difícil aún, y encausarlos por el sendero del respeto, la responsabilidad y la honestidad, se está volviendo para muchos padres, una utopía.

Si fuimos capaces de sacrificarnos en sus primeros años (dedicándoles tiempo de verdadera calidad), y sentarles bases sólidas de amor, atención, comprensión y respeto, lo ideal y quizás mas sano es dejar que desde temprana edad tengan libertad de decidir lo que desean hacer y permitirles que llegados a cierta edad, lo puedan hacer sin imponerles condiciones, que no sean la de enfrentar ellos a su propio riesgo sus decisiones y elecciones, y desde luego, a su propio costo emocional, y de ser posible, hasta el financiero.

Podemos aconsejar como personas más experimentadas, pero nunca tronchar sus aspiraciones o bloquear el paso. Por muy descabellada que nos parezca su elección, nadie conoce el llamado interior de nadie, ni el camino a seguir, solo su alma lo conoce, lo guiará y tratará de mantenerlo a salvo. Manifestarle nuestro amor incondicional, desear que no les falte la protección divina, la fortaleza interior y la entereza para afrontar lo que venga.

Todos somos hijos, tenemos orígenes familiares ancestrales y compartimos igualdades genéticas que nos impulsan a actuar de determinada forma ante determinada situación, luego seremos padres, madres y otras etiquetas familiares, por eso es mejor prestar atención a nuestros actos, pues otros vendrán y seguirán nuestro ejemplo… Cada uno quiere hacer cosas diferentes y tiene distinto propósito, y luchará por alcanzarlo. Por eso, desde temprana edad, debemos ser escuchados, y tratados como únicos e importantes, pues en realidad lo somos.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Colaboradora

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