Señor director. Me pregunto, de qué nos sirven los grandes esfuerzos por mejorar las condiciones de soporte que el Estado nacional puede lograr y ha hecho realidad, como es el caso del novedoso y necesario 911, si cuando llevan a los pacientes en emergencias a los hospitales y clínicas no hay respaldo diligente que sirva de continuidad y dé sentido a esa inversión millonaria que realiza el Estado. En unos, por falta de condiciones, de todo tipo de equipos y hasta de personal y material gastable, una penosa realidad. En otros, por la exorbitante suma de dinero que exigen para atender e ingresar a esas personas en emergencia, una increíble y vergonzosa realidad. “Emergencias”, son todas aquellas cosas que suceden de imprevisto y las que mayormente no estamos preparados para afrontar, emocional ni económicamente y menos con la vida en juego.

Si bien es cierto que un médico hace un juramento hipocrático de servicio, no es menos cierto que la mayoría de los centros médicos privados se valen del dolor y desesperación ajena para lucrase. Pesa ante Dios y la ley que te pidan RD$6,000.00 en emergencias, para atenderte a un ser querido que acaba de sufrir un ACV, y luego una suma exorbitante de RD$150,000.00, para ingresártelo en cuidados intensivos, porque no encuentras el carnet del seguro o no estás al día en el pago del mismo y es domingo; y cuando resuelves lo del seguro y luego dan de alta a tu familiar y solo debes pagar una diferencia de RD$20,000.00, te digan que debes espera 7 días para reembolsarte el dinero, que solo Dios sabe la angustia y los líos que hiciste para conseguirlo.
El Estado debe tratar de hacer algunos ajustes en nuestras leyes hospitalarias y ponerle freno a ese vandalismo que me niego a apellidar médico o de salud, lo nombro “vandalismo carroñero”, porque toman provecho de las desgracias de los demás y para colmo con una desfachatez que da grima. Cuánta insensibilidad muestran en esos momentos esos médicos y empleados que tienen que dar la cara por el centro de salud, que es quien los rige y al que deben someterse para poder seguir laborando allí.
El déficit de estas dos importantes y vitales columnas de progreso de una nación, la salud y la educación, es grande, no basta con dar fondos y crear auxiliares, hay que remover y reestructurar los cimientos legislativos, administrativos, educativos y humanos también; supervisar continua y constantemente, hacer cumplir las nuevas leyes que se implementen, y multar a quienes las violenten. Se trata de la vida y calidad de vida del pueblo, de seres humanos que ya han tenido demasiado y a los que estamos lanzando al suicidio o a delinquir en su desesperación por salvarle la vida a un ser querido o comprarle los útiles escolares y libros, debemos colaborar entre todos, ser más considerados ante las desgracias cotidianas, no solo ante un terremoto o ciclón, seamos solidarios y humanos y menos ambiciosos y depravados carroñeros que se alimentan de un pueblo muerto de hambre.
Idalia Harolina Payano Tolentino
CIUDADANA

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